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Un órdago fusionado a un all in, un espejismo sucumbiendo a un plano paralelo, tu corazón temeroso al amor verdadero dialogando con tu cerebro tendiendo a lo cómodo.
Vivimos momentos donde ser héroe es sentir, ir a contracorriente con sentido común madurado, ser paciente confiando en la vida cuando ésta parece ser cruelmente macabra.
Descontrolarse es humano, envidiar es humano, el ego es humano; pero más humano es aprender a gestionarse, disfrutar de compartir y empatizar desde la comprensión.
Ser hombre o súper humano, ser Nietzsche o Platón, ser o no ser. Pero que entre el ser y no, la identidad contemple la verdad que nos fue dada por tan solo existir.
¿Quieres rendir a la desesperación, a la ambición desmesurada que deriva hoy día en frustración, al robotizarse con el scroll infinito siendo consciente en alguna parte del interior de estar rindiendo a la deshumanización?
Yo acabo de renunciar precisamente para no renunciar. He decidido lo difícil, lo duro, lo que probablemente haga a una parte de mí arrepentirse. Pero es lo natural, esa es mi fuerza ante tanta debilidad. No quiero permitirme sentir que el sistema o una empatía a media tinta me manipula para usar mi situación como un simple medio. Soy mucho más justo cuando una mente tras otra me asumen como mucho menos. Hay decisiones que realmente generan identidad, yo quiero que cuando la cosa se pone seria mi generosidad hacia mi descendencia venza ante mi egoísmo de la sanación de mi cuerpo. Renuncio a él, renuncio a sentirme vivo para poder dar vida.
Una golondrina de agua surcaba el cielo sin evaporarse, sin ser nube siquiera. No volaba, caminaba como yendo por la tierra, pero en el aire levitando a cien metros del suelo. Señorial, sus alas eran como olas chocando con su cuerpo, como las del mar contra la orilla. Todo lo demás era tan aburridamente normal, ella la única tocada por lo exclusivo. Su traje de transparencias absolutas, incluido sus órganos internos, le otorgaba sin darse cuenta cierta invisibilidad.
La soledad le ahogaba, parecía parte de su composición acuosa inundándole la garganta hasta saturar sus vías respiratorias. Tanta diferencia existencial le confería también el augurio de no compartir fácilmente su vida. Lo cierto es que una parte de sí se sentía a gusto consigo misma y a priori no parecería necesitar a nadie, pero como todo ser no podría escapar de su faceta social.
A veces se empeñaba en dar de beber a otros sacrificando parte de sí, pero el no entenderla o, en ocasiones, la envidia por ser distinta hacía que la tratasen de un modo inmerecido antes de tener tiempo de decepcionar o causar rechazo con motivos. Esto le hacía sentir condenada, como vivir una maldición en la cual no tenía derecho a relacionarse al nivel del resto.
Pero el agua es el origen de la vida, y su andar por los senderos celestiales le hacía redescubrirse sin rendición. Pronto aprendió que quienes le despreciaban no merecían sus intentos de agradar. Fue alejándose de esas otras aves que le ponían la comida en el pico y, al mismo tiempo, le hacían el vacío descaradamente y sin venir a cuento.
En uno de sus paseos reflexivos cayó un rayo y evaporó cada átomo de su ser. Fue desde ese día, según iban enterándose uno a uno, que muchos la recordarían por su aguante y falta de amor recibido. Había leyendas de que fue la propia golondrina de agua quien buscó aquel rayo para que jamás nadie volviese a tratar así a otros por ser diferente. Quizá fuesen ciertas o no, pero su recuerdo tuvo todo el amor ausente en vida.
Abel Jara Romero
¿Qué médico de los 90 hubiese apostado por llegar a cumplir este cuerpo los 33? Pocos. Han sido muchas las veces que clínicamente me han dado por acabado, las mismas que no se han explicado mi recuperación. Con permiso de la edad que cumplo, confesaré que me clavaron como a Cristo, precisamente cuatro gordos tornillos en la cabeza, unidos a una especie de corona metálica, que se enganchaba a sacos de peso que tiraban de mí, con el objetivo de estirar mi columna vertebral durante todo un mes. Y fue tras ese mes, con la operación que tuvo lugar a continuación, donde siento que resucité. Tanto es así que salieron a avisar a mis familiares que estaba perdiendo mucha sangre. Tanto es así que siendo escéptico tuve una experiencia lejos de los sueños y de lo alucinógeno: pude percibir una realidad paralela en la cual no poseía cuerpo, ni siquiera ojos, pero veía desde el techo del quirófano únicamente mi propio cerebro en la mesa de operaciones.
Pero lejos de este drama puntual, también me identifico con aquel carpintero en que desde muy pequeñito me ha gustado escuchar y empatizar con los demás. En lugar de centrarme en mi sufrimiento, siempre he necesitado incontroladamente aportar a otras almas. Con el paso del tiempo, y gracias a la tecnología, eso se fue potenciando llegando a vivir el ayudar desde casa y desde mi realidad diferente a personas de otros continentes. Ese es mi regalo hoy, ese es mi verdadero motivo de llegar a estos 33 años, el pese a todo, ESTAR PARA EL MULTIVERSO.
Cae desde tus labios, derramándose como un caza buscando mi deseo. Se choca contra el aire y lo atraviesa centímetro a centímetro, mientras yo contemplo y valoro su trayectoria cual bólido en el firmamento. Sigue su recorrido mientras al fondo, detrás de sí, se vislumbra tu incontrolada sonrisilla juguetona. Vuela, desciende y asciende. Trepa, seduce, sorprende al muro más inerte. Se colorea de mil tonos diferentes jugueteando con los efectos del sol y las transparencias. Me acalora, ilusiona y me paraliza.
Es tu beso lanzado de tu boca a la parte de mí que se dirige tu mirada.
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entre quejidos, embestidas y sonidos,
cumplimos uno a uno nuestro sueño
de exprimirnos sin ningún pudor.
Bébeme que te bebo extasiada
enguyendo orgasmos compartidos,
sáciate hasta sentirte en un vuelo
sin miedo a desgastar este amor.
La pasión con ingenio cuidada
acaricia la libido de todo ser perdido,
los años no han de derivar en duelos
de sexo, química y reinvención.
¿Te has visto envuelto/a en una doble vida propia en alguna etapa de tu existencia?¿Eres incluso tendente a ello? Pues entonces quizá te identifiques con esta obra teatral de finales del siglo XIX que, gracias a la gran traductora Victoria León -de nuestros tiempos- podemos leer en castellano.
Más allá de la trama, que quizá puede resultar predecible, intelectualmente básica y con un argumento que podría dar muchísimo más de sí con mayor profundidad, elementos y detalles, lo que para mí ha resultado el premio como lector, ha sido indagar en el camino, trabajo y pasión de la causante de leer este título en castellano. No por el idioma en sí, sino por visualizar el entusiasmo y persecución por parte de Victoria León para que una editorial actual apostase por publicar una traducción de un libro de 1880 que, aunque fue el precedente del exitoso "El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde", tampoco ha tenido mayor peso en la evolución de la literatura. No obstante, los orígenes son importantes, las esencias lo son, y por esa magia que suele cobijar lo que en apariencia puede resultar insustancial, es por lo que personalmente me decidí a leer esta obra de la que, por supuesto, he sacado su jugo.
Las expresiones en latín, tan distintas y ricas, que podemos perfectamente usar en el día a día de un modo distendido y cercano, han sido quizá el recurso más valorado para mí en sus páginas. También se ha de valorar que sea una publicación de dos amigos fieles al arte de crear con palabras. Henley hoy día sigue emocionando con su poema "Invictus". No es sencillo generar una obra en individual, por lo que en conjunto con otra mente y otro mundo emocional por cómplice que se sienta, es de admirar.
Concluyo agradeciendo de nuevo a Victoria León, a quien aún no tengo el placer de conocer de ningún modo, por hacernos llegar a los hispanoparlantes un trabajo recuperado y, también, la ilusión de indagar en el arte pasado como vía para elaborar arte presente.