Por los nuevos círculos sociales concedidos, también por mantener los asentados.
Por darme alas para hallar libertad e independencia de forma improvisada.
Por enriquecerme en facetas que, quizá, estén innatas en mí pero precisan llaves maestras para ser expandidas.
Por regalarme salud, por regalarme vida sentida.
Por mantener instantes familiares tan valiosos que no hay expresión que lo describa.
Por aprender de mí mismo, redescubrirme y saber reinventarme a través de estrategias internas afloradas.
Por saber decir NO, de vez en cuando. Por seguir diciendo SÍ, incluso en momentos que no apetece.
Por mi eterna capacidad para aceptar y adaptarme, que no resignarme.
Por las innumerables sonrisas, por todas esas carcajadas y por el contenido emocional en cada lágrima.
Por cada conversación surgida, por la flexibilidad mental que muchas de ellas han otorgado.
Por no poder evitar ejercer la escucha activa de quienes me importan mucho y de quienes me importan un poco menos, incluso cuando me siento saturado.
Por hacerme ver la relevancia que sostiene ser consciente de los ritmos propios en diversos aspectos de mi vida y de mi personalidad.
Por leer más y con una más óptima calidad literaria. Por escribir todavía más y no controlar el impulso de mi estro.
Por cada vez que se me ha erizado la piel, se me ha producido un pellizco en el diafragma o me ha dado un escalofrío al recibir emociones que me han desbaratado a bien.
Por ser aún más contemplativo, por seguir abriendo los ojos a realidades que suelen pasar desapercibidas.
Por continuar con este espacio web, por cada historia que me encantaría conocer de los lectores que me brindan parte de su tiempo desde los cinco continentes e incluso en las famosas 'regiones desconocidas' que apuntan las estadísticas de audiencia de esta plataforma vinculante con todos ustedes.
Por ir en busca de la moderación vital, hasta en ser moderadamente moderado.
Por retarme, pero más por autosuperarme. Por caerme y volver a levantarme.
Por apreciar cada vez más la naturalidad y la naturaleza.
Por entender que 'aspirar la vida no conlleva aspirar siempre a más'.
Por fluir con la complicidad plena de vínculos sintiendo almas ajenas partes de la mía.
Por las relaciones que, tras años en letargo, han vuelto a mi vida mostrando una real intención de permanecer.
Por el espacio y ausencia de algunas personas al no ser el momento indicado de la historia de mi vida para tenerlas a mi vera. Por los que decidieron no estar ya más, o los que están a ratos.
Por el erotismo elegante y el creativo ¡por qué no!
Por esos vaivenes sentimentaloides, esas mareas que concluyen en anticiclones.
Por adquirir cierto manejo sobre cómo ralentizar el tiempo mediante intensidades y tranquilidad.
Por el factor suerte, el azar, lo que escapa de nuestro control.
Por mis cinco sentidos, y alguno más.
Por sentirme resolutivo ante una problemática del mundo más cotidiano.
Por gustarme a la hora de expresarme hablando. Por encantarme creando con la escritura.
Por el placer de sentir el Sol, la brisa y la lluvia. Por cada tonalidad y forma advertida en el horizonte.
Por lo que tengo y no necesito. Por lo que no tengo y necesito.
Por esos momentos de desAHOGO, y esos otros ahogaDOS.
Por vivir en el A·H·O·R·A: en la Autenticidad, la Honestidad, el Optimismo, el Respeto y la Ambivalencia.
Por los olvidos rememorados y sus instantes de lucidez.
Por comprender que la muerte es vida, igual que la vida es vida.
Por regresar a la infancia en mi irremediable adultez, y por sentir que aquel niño sintió muchas veces a este adulto.
Por la paciencia recaudada que tantas recompensas de las de verdad trae.
Por insistir mi mente a mi cuerpo diciéndole 'un poquito más' cuando éste se empeña en no responder.
Por contar gotas de lluvia cuando el estrés llama a la puerta cual niño contando ovejas para dormirse.
Por transformar los fríos y encogidos días en cálidos y abiertos de par en par.
Por 365 días que, en ocasiones, he sentido como un intervalo de tiempo infinito y, otras, como si se hubiese iniciado hace un minuto.
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sábado, 28 de diciembre de 2019
GRACIAS 2019
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Abel Jara Romero
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23:12
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El barrio vallecano de la capital española es el patio en el que juego y curioseo desde niño: sus árboles me inyectan la sabiduría del tiempo; sus miradores, puentes y cuestas me acercan al cielo que me conecta con el universo; sus carriles bici me brindan el placer de sentirme un poco más libre; su gentío me interioriza lo maravillosa que es la diversidad; y mi existencia dejando rastro por sus calles es la certeza de que pertenezco a una sociedad que me aporta y a la que espero aportar. No obstante, mi alma no se limita a una región, ciudad, país o continente, pues ella pretende enriquecerse ahondando en cada ser vivo que protege nuestro hogar llamado Tierra.
No soy mi nombre, no soy mi físico, ni siquiera soy lo que creo ser. Ando buscando de puntillas descubrir quién verdaderamente soy, pero es que cada instante conforma un yo con sus sutilezas y complejidades.
jueves, 19 de diciembre de 2019
Exégesis
Serpenteante, escurridiza. Tenía ante mí una decisión que podía deslizarse al vacío en cualquier momento, entonces ya no sería más que una consecuencia por dudar. No había cabida para titubear, tan solo unos segundos para dar el paso hacia una opción u otra. Lo di.
Me persiguieron durante mucho tiempo las sombras del reproche ajeno. Las opiniones de algunos, por descartar la alternativa, se oían como mazos agarrados por personas con togas negras. La imposibilidad para comprobar la realidad apartada concedía apoyo a los críticos. Desconoceré siempre lo que habría ocurrido. 'Si hubiese decidido...' fue un bucle que se apoderó de mí, pero fue escaso a decir verdad.
Un cúmulo de secuencias con escenas heterogéneas fue mi remanso de seguridad. Aprendí creciendo con lo más incontrolado, con aquello que encendía todas mis alertas. Del mismo modo, agradecí valorando cada sorpresa, cada hecho que apagaba mis inseguridades. Hallé satisfacción cuando me di cuenta de lo que era, de lo que representaba como ser humano. Es muy probable que de haber ido por el otro sendero no hubiese sido ni peor ni mejor, que hubiese representado simplemente algo diferente. Pero la sensación de bienestar interno, mi calma, fue definitivo para saber con certeza no haberme equivocado.
La realidad puede interpretarse de variadas perspectivas, la historia de cada existencia improvisa.
Descárgate e imprime ya tu postal navideña de Escritor Sentimientos. |
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Abel Jara Romero
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El barrio vallecano de la capital española es el patio en el que juego y curioseo desde niño: sus árboles me inyectan la sabiduría del tiempo; sus miradores, puentes y cuestas me acercan al cielo que me conecta con el universo; sus carriles bici me brindan el placer de sentirme un poco más libre; su gentío me interioriza lo maravillosa que es la diversidad; y mi existencia dejando rastro por sus calles es la certeza de que pertenezco a una sociedad que me aporta y a la que espero aportar. No obstante, mi alma no se limita a una región, ciudad, país o continente, pues ella pretende enriquecerse ahondando en cada ser vivo que protege nuestro hogar llamado Tierra.
No soy mi nombre, no soy mi físico, ni siquiera soy lo que creo ser. Ando buscando de puntillas descubrir quién verdaderamente soy, pero es que cada instante conforma un yo con sus sutilezas y complejidades.
miércoles, 11 de diciembre de 2019
Insepulto perpetuo
Soberbia, se le escurre la inmortalidad obviada. Esa trascendencia mediante palabras, mediante voces nunca pronunciadas. Esa entidad heredada en otros por los valores que representa como ser. Pues en su empeño de cerciorarse ser quien por definición no es, se convierte en su ingeniosa enemiga.
La vida es muerte, la muerte es vida. ¿Temes a la primera? Entonces, ¿por qué temer a la segunda?
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Abel Jara Romero
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18:08
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El barrio vallecano de la capital española es el patio en el que juego y curioseo desde niño: sus árboles me inyectan la sabiduría del tiempo; sus miradores, puentes y cuestas me acercan al cielo que me conecta con el universo; sus carriles bici me brindan el placer de sentirme un poco más libre; su gentío me interioriza lo maravillosa que es la diversidad; y mi existencia dejando rastro por sus calles es la certeza de que pertenezco a una sociedad que me aporta y a la que espero aportar. No obstante, mi alma no se limita a una región, ciudad, país o continente, pues ella pretende enriquecerse ahondando en cada ser vivo que protege nuestro hogar llamado Tierra.
No soy mi nombre, no soy mi físico, ni siquiera soy lo que creo ser. Ando buscando de puntillas descubrir quién verdaderamente soy, pero es que cada instante conforma un yo con sus sutilezas y complejidades.
jueves, 5 de diciembre de 2019
Dactilóloga
Hablas en silencio, hablas sin hablar. Hablar sin voz es casi telepatía, comunicación dibujada con tu cuerpo, manos y caricias. Háblame, vuélveme a hablar. Pero calla, que la voz no se manifieste jamás. Sigue hablándome, tócame para hablar. Hablarme desde la calma es hablarme de paz. Continúa el diálogo, dialoga sin dialogar. Que dialogando como tú te expresas, es expresión corporal. Y con esa... con esa conversamos al besar.
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Abel Jara Romero
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0:23
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El barrio vallecano de la capital española es el patio en el que juego y curioseo desde niño: sus árboles me inyectan la sabiduría del tiempo; sus miradores, puentes y cuestas me acercan al cielo que me conecta con el universo; sus carriles bici me brindan el placer de sentirme un poco más libre; su gentío me interioriza lo maravillosa que es la diversidad; y mi existencia dejando rastro por sus calles es la certeza de que pertenezco a una sociedad que me aporta y a la que espero aportar. No obstante, mi alma no se limita a una región, ciudad, país o continente, pues ella pretende enriquecerse ahondando en cada ser vivo que protege nuestro hogar llamado Tierra.
No soy mi nombre, no soy mi físico, ni siquiera soy lo que creo ser. Ando buscando de puntillas descubrir quién verdaderamente soy, pero es que cada instante conforma un yo con sus sutilezas y complejidades.
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