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lunes, 29 de agosto de 2011

Incompletamente infeliz

Y eso es bueno, ya lo creo que sí. Porque si soy un incompleto infeliz, significa que hay al menos algo que me aporta una dosis de felicidad. Y, ¿sabéis lo que os digo? que voy a aferrarme a esas cosas que me inyectan una pizca de bienestar.  


Estoy encamado durante unos días o quizá semanas e incluso meses, y por ello mismo no estoy dispuesto a deprimirme pensando en lo que no voy a poder realizar consecuente a mi mala suerte de haberme fracturado varios huesos. Todo lo contrario, voy a intentar sacar lo bueno de esta situación. Y creo que voy a empezar ahora mismo a escribir aquellas cosas que al leerlas me haga darme cuenta de su importancia y valor. 

Gracias a este tipo de situaciones me doy cuenta del cariño que tengo a mi alrededor, y desarrollo: gracias a mis padres estoy en las mejores condiciones posibles dentro de la incomodidad que supone encontrarse en este estado. Gracias a mi abuela, la persona con la que más me río, cada día puedo dormirme sabiendo que me ha sacado varias carcajadas. Gracias a mis hermanos sé que mi madre siempre tendrá el apoyo que yo no le puedo entregar y que tanto necesita. Gracias a "mis niñas", tengo un motivo más para seguir adelante, por sus visitas, por sus llamadas, por lo que tanto me hacen sentir que les importo realmente... Gracias a mi prima tengo claro que no hay que rendirse nunca y hay que tener valentía. Gracias a mi primo y mi tía he abierto los ojos y sé que tengo que discutir y luchar por lo mío. Y la más importante, gracias a mí mismo nunca perderé esa gran fuerza de voluntad y aguante interior que poseo. Y es que, esa fuerza interior que poseo está provocada por toda esa gente que hace que me sienta un poco menos infeliz, mucha de la cual no he nombrado porque sería una entrada tan grande que acabaría siendo la nueva versión de "La historia interminable". Y por qué no dar las gracias también a esos objetos o artes que son grandes aliados para que las manillas del reloj corran rápidamente y vayan pasando los días. Objetos como el ordenador que tan importante es en mi vida para poder desahogarme en este espacio, por ejemplo. Objetos como la llamada "caja tonta" que con sus series, programas y películas hace que gran parte del día esté entretenido. Como olvidarme del móvil, cuyo objeto es responsable de poder recibir más cariño gracias a esas llamadas, llamadas pérdidas, los llamados "sms" e incluso las fotos albergadas que poseo de personas que por una razón u otra no pueden visitarme.

Es por todo esto, que mi incompleta infelicidad sufre en ocasiones una metamorfosis siendo así mi incompleta felicidad. Porque amigos, no nos engañemos, la felicidad completa no existe y quien diga que sí, será un incompleto infeliz toda su vida. 

lunes, 15 de agosto de 2011

Palabras

Las palabras son ese conjunto de letras que en unión pueden dar unas maravillosas frases. Gracias a ellas, hago algo que me gusta y por ello tengo al menos una ilusión, la ilusión de escribir siempre.
Las palabras son las más fieles de mi vida y es por eso que intento cultivarlas cada día y aprender nuevas para tener un vocabulario extenso.

viernes, 12 de agosto de 2011

La pérdida (III)

Esta es la tercera entrada respecto al gran dolor de perder a un ser querido, a mi abuelo.

Al paso de unos meses de su fallecimiento me di cuenta de que yo no lo había asimilado aún, incluso puede que todavía siga sin asimilarlo en su totalidad. Cuando estoy en mi casa o en cualquier sitio en el que fuese posible que estuviese él, deseo con todas mis fuerzas que aparezca, que esté ahí para verle una vez más. Cada vez que voy por el pasillo de mi casa, ese estrecho y de paredes con mucho que contar, y me encuentro a escasos metros de la puerta de mi habitación observando a mi derecha el marco que cubre dicha puerta, sueño con que al llegar exactamente a la puerta y visualizar al completo la habitación esté mi abuelo sentado en mi cama esperándome. Cuando por fin arraso esos pocos metros que me distancian para llegar a la puerta de mi habitación y percibo la soledad de mi cama sin nadie sentado en ella, siento en mi interior una congoja que me provoca un nudo en la garganta seguido de una gran tristeza y desilusión. Muchas veces, antes de producirse ese momento de llegada a mi habitación, algo en mi interior me dice que mi abuelo está sentado en mi cama esperándome para poder verle y darme esa tranquilidad que necesito de saber que está bien. Pero es como si siempre llegase tarde a mi habitación, es como si en esa micromilésima de justo antes de ver al completo mi cuarto mi abuelo desapareciese y no consiguiese verle porque hubiese desaparecido justo antes de dirigir la vista hacia mi cama.
Pero no me rindo, cada vez que voy a cruzar una esquina o que voy a entrar en un lugar deseo con todas mis fuerzas que al pasar esa esquina o al entrar en ese lugar, él esté ahí, porque le siento y seguiré encerrado en ese sueño con el que tanto necesito vivir.

Y es que, el día uno de agosto ha hecho un año desde que sucedió esa pérdida, mi pérdida y la de los suyos. Y fue curioso porque esta entrada la tenía que haber hecho entonces. Pero ocurrió algo, algo a lo que estaba destinado. Y es que justo la noche del 31 de julio al 1 de agosto me caí, me caí y me fracturé las dos piernas, un hombro y me rajé la barbilla. Lógicamente, tuve que trasladarme al hospital y allí he permanecido desde la noche del domingo 31 de julio hasta el martes 9 de agosto. Y os surgirá ahora la cuestión siguiente: ¿qué tiene que ver el haber tenido que estar en el hospital con el tema que estoy tratando en esta entrada? Pues mucho, tiene que ver más de lo que imagináis.
Cuando mi abuelo estaba aún en vida, cada vez que él ingresaba yo por una razón u otra también padecía alguna alteración en mi organismo, o viceversa. El caso, es que en diversas ocasiones coincidíamos en el hospital.
Por esto, creo que estaba destinado a que me ocurriese algo y pasar justo un año despúes del mismo día en el que él falleció, de ingreso en el hospital. Yo, cuando me pasó todo, no presté ninguna atención a la fecha pero pronto me di cuenta. Justo en la mañana temprana del día 1, después de pasar una noche de insomnio total consecuente de los dolores, me dio por observar el móvil y fue en ese preciso instante cuando se afirmó eso de que se sufre más interiormente que físicamente. Había pasado y estaba pasando unos dolores muy fuertes pero no había soltado ni una lágrima. Al mirar el móvil y ver la fecha, mi cabeza hizo una rápida conexión de datos y casualidades y fue entonces cuando una salada lágrima recorrió mi mejilla.
Pero es que, las casualidades no finalizarían ahí. Después de pasar la noche y parte del día en urgencias en estado de observación, decidieron subirme por fin a planta y es en ese momento cuando se produce la siguiente casualidad. Me adjudicaron una habitación en la misma planta donde pasó mi abuelo sus últimos minutos, sus últimos segundos, sus últimos suspiros... Y precisamente en el pasillo de enfrente. Así que, este ingreso ha hecho que recuerde mucho a mi gran abuelo.
Como podréis imaginar, sigo en mal estado pero en mi casa y aunque me ha costado muchísimo realizar esta entrada, sentía que se lo debía a mi abuelo pero también a mí mismo.
UNA VEZ MÁS, GRACIAS POR TODO LO QUE HICISTE EN VIDA Y GRACIAS POR TODO LO QUE NOS HAS DEJADO. SIEMPRE TE SENTIRÉ DENTRO DE MÍ.

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PODER NO DEPENDE DE NUESTRA CONDICIÓN FÍSICA O DE LO QUE NOS RODEA, PODER DEPENDE DE LA DISPOSICIÓN INTERNA DE CADA UNO. Y YO, ¡PUEDO!
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