Va a ser verdad que estar receptivo o predispuesto imanta, de algún modo y en un momento dado, que sea la inquietud la que de pronto esté receptiva y predispuesta a ti. Me explico... ¿os acordáis de la entrada de hace unos días sobre la mantis modelukis que posó llamando mi atención? Pues el hecho de dejarme conectar de forma natural por la llamada de mi entorno y su vida en él, está haciendo que yo sienta que es la vida de mi entorno la que está empezando a ir en mi búsqueda. En los últimos días he tenido visitas sorpresa de inesperados seres, y no, no hablo de extraterrestres 😜.
No todas las veces he podido, o no me ha nacido por preferir disfrutar del instante plenamente, sacar fotos de estos visitantes que os hablo. De los que sí, os he dejado las imágenes.
Hace unos días reflexionaba mirando por la ventana, cuando en mi alféizar o poyete -en algunos lugares, también llamado muy acertadamente el vierteaguas-, se posó un saltamontes de alas azules. Quizá pueda resultar para algunas personas un insecto desagradable por su morfología, pero os aseguro que cuando echan a volar/saltar y ves ese hermoso azul de sus alas es inevitable quedarse embelesado. Sobre él leí tras su visita y me dejó pensativo un dato: viven en lugares secos y calurosos. Ya que no había visto un ejemplar antes, ¿será cierto que estamos en Madrid, o en España, adoptando un clima más desértico? Como he dicho otras veces, puede que influya mucho que lo que observo en este ahora no lo observaba antes y eso me haga creer realidades que siempre han estado ahí, no obstante es un hecho demostrado que debemos cuidar muy mucho nuestro planeta por nuestro propio bien. En fin, os hablaré ahora de otra compañía que tuve, de esas que no fotografié.
Estaba yo cantando en mi habitación, con la ventana abierta, (lo hago fatal, pero me encanta hacerlo desde pequeñito, lo vivo, y además está muy recomendado para ejercitar aparato respiratorio), cuando noté que justo en un cambio de tono sucedió: un gorrión se arriesgó a ponerse en el umbral de mi ventana, casi dentro de mi cuarto, mirándome y cantando conmigo. Fue muy bonito, me hizo sonreír entre lo espontáneo que me resultó y el compás surgido. Seguiré cantando a los pájaros, a las personas aún no me atrevo por respeto a quienes se dedican a ello.
Por último y para que este texto no sea excesivo, os relataré un tercer caso de vínculo con la naturaleza. Exacto, el ave de la foto: de la familia de los pájaros carpinteros, un pito real ibérico. Estaba con una amiga en el parque Payaso Fofó, en un momento con tintes esotéricos, cuando la presencia de este bello animal acogió toda nuestra atención. Su perfilado de un intenso rojo sobre su cabeza nos enamoró. He leído que no les gusta nada sentirse observados, sin embargo nos concedió fotografiarle y regresar cerca de nosotros de nuevo tras un vuelo precioso.
Y con esto ya voy despidiéndome hasta el próximo post, quizá sea de naturaleza, quizá literario o a lo mejor emocional. El caso es ser auténtico, lo suyo es ser natural.
Un abrazo enorme y sincero a todos