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lunes, 30 de mayo de 2011

Una vida sobre ruedas (5ªparte)

Como os prometí, la quinta entrega llega hoy lunes. Esta entrega irá sobre la metamorfosis que ha sufrido mi persona respecto a las creencias religiosas. Pero siguiendo con mi esquema cronológico, seguiré por donde lo dejé ya que es una buena continuación para hablar sobre el tema de esta entrada.

Un momento muy bueno en Lourdes fue cuando hice la comunión. No es que yo supiese mucho lo que estaba haciendo pero el hecho de que fuese algo al que tanta gente le daba tanta importancia me hacía sentir bien.


Para colmo, a la vuelta del viaje me organizaron otra comunión en Madrid y también en un lugar que no pasa desapercibido. Había hecho la comunión en un lugar especial para ello pero no se iba a quedar ahí la cosa. En Madrid, hice mi segunda comunión en la gran catedral de la Almudena con el cardenal Rouco Varela. Es curioso como alguien que acabaría siendo tan ateo como soy, fuese a hacer la comunión en Lourdes donde todos los creyentes desean ir y en la catedral de la Almudena con alguien de tanta importancia católica como un cardenal. Para mí, fue mucho más especial el día de la comunión en la gran catedral porque realicé mi comunión junto a mi hermano y asistió toda mi familia, cosa que no pasó en la comunión de Lourdes. En cualquier caso, como dije en la entrada anterior, lo que se vive en Lourdes es único. 

Esta entrada se la quiero dedicar a toda la gente que hizo posible que ambos días de ambas comuniones fueran tan especiales. Porque son y siempre habrán sido parte de un trocito de mi vida.  

sábado, 28 de mayo de 2011

Una vida sobre ruedas (4ªparte)

Esta cuarta entrega de lo que a mi vida se refiere va a ir encaminada por ciertas anécdotas que se han grabado bien en mi memoria. Por la parte cronológica, seguiré en avance desde el momento en que lo dejé en la entrada de ayer. Espero que esta saga os esté resultando interesante. Bueno allá vamos con este cuarto tomo.



Entre tanto, en los tiempos libres mis padres me llevaban de excursión al campo o en algunas ocasiones me sorprendían. Recuerdo una gran anécdota de mi vida cuando mi padre me llevó a conocer a los jugadores del Real Madrid gracias a un amigo que tenía en el hotel donde se alojaban. Esto fue en el año 2000. Conocí a grandes jugadores, pero el más simpático sin duda fue Roberto Carlos que se sentó conmigo hablar durante un largo tiempo mientras los demás se iban a dormir después de un cansado partido.

Otros momentos en los que me sentía bien eran cuando viajaba. Aquellos días en el pueblo de Cáceres con los tíos de mi padre. Haciendo caso a aquello que no tenía en Madrid, la tranquilidad. 

Uno de los lugares a donde más he viajado ha sido a Lourdes, Francia. Allí íbamos como peregrinos con voluntarios que hacen una gran labor. Los primeros años que fui, yo iba porque me decían que estaba bien eso de rezar y esas cosas pero a medida que iba creciendo y me iba dando cuenta de la vida e iba adquiriendo mi propia creencia, llegué a la conclusión de que todo eso me parecía una pérdida de tiempo. Así que, los últimos años que fui, iba para ver a los voluntarios con los que mejor me llevaba y poder asegurarme de tener contacto con ellos. Eso hice, obtuve la manera de poder contactar con ellos y no volví a ir. He de decir que los años en los que asistí fueron también especiales, allí en Lourdes se viven las cosas de otra manera al ver tanto sufrimiento en las personas.

Esta es la cuarta entrada que realizo sobre mi vida. Con esta entrada voy a daros dos o tres días de respiro para que las leáis tranquilamente y no os perdáis detalle. Así que la quinta entrega llegará aproximadamente el lunes. Mientras tanto, me limitaré ha realizar comentarios en el foro de ayuda de blogger para que arreglen el fallo técnico que estamos teniendo muchos bloggeros con nuestro gadget de seguidores. Gracias por vuestros comentarios, visitas y por seguidme. Seguiré escribiendo por y para todos vosotros.

viernes, 27 de mayo de 2011

Una vida sobre ruedas (3ªparte)

En esta tercera parte me centraré en una situación con la que tengo que convivir cada día, cada hora, cada minuto, cada segundo... Pero de la que saco siempre las buenas cosas porque ¿no es mejor ver los pros que se le puede sacar que los contras? Así que empezaré desde donde lo dejé en la anterior entrada...

Un año más tarde del nacimiento de mi hermana, me alegró la vida lo que iba a ser mi primera silla de ruedas manejable por mí mismo, con tan solo cinco años. La cogí con muchas ganas, por primera vez supe lo que significaba la palabra independiente. Desde entonces, he tenido cinco modelos de sillas diferentes. 

Si algo me gusta verdaderamente hacer y no paro de hacer es ir siempre al máximo, en cada curva, en cada espacio estrecho, en espacios abiertos… Es tal la obsesión que me he hecho veterano en las carreras de sillas de ruedas oficiales. He corrido en varias ocasiones en un evento que se realiza cada año en la manzana del campo del Rayo Vallecano denominado Carreras Memorial Nicolás Leal. Un evento en el que se reúne una gran masa de más de cien personas para pasar un buen rato corriendo. 

El primer año que me presenté, fui campeón de la categoría de sillas de ruedas eléctricas ganando mi primera copa y un cheque de diez mil pesetas pero lo mejor del día fue cuando el canal de televisión, Telemadrid, se acercó a mí para preguntarme como me sentía por una victoria así. En ese momento me sentí hecho todo un Fernando Alonso.  Poseo un total de cuatro copas, seis medallas y un diploma. Una de las copas obtenidas fue especialmente emocionante recibirlas, ya que me fue entregada por la periodista Nieves Herrero. 

Por aquel entonces yo ya estaba en el colegio donde me tiré diez largos años y del que me llevo muy buenos momentos. Durante la mayor parte de este período, mi vida estaba partida en dos, por la mañana me encontraba en el colegio y por las tardes iba al Hospital Niño Jesús a que me movilizaran y a ejercitarme nadando. En el hospital pase momentos buenos y divertidos, sobre todo en la piscina donde yo mismo me retaba y lograba mis retos. También pasé momentos muy dolorosos que no olvidaré nunca pero que los compensaba la buenísima gente que conocía allí.


Decir que me hubiese gustado poner fotos mías en las diferentes sillas que he tenido pero no poseo ninguna a mano. Así que pongo estas que muestran la alegría que sentí al poder controlar mi propio movimiento. Espero que os haya gustado. Mañana tendréis la cuarta parte de esta saga tan especial para mí.  

jueves, 26 de mayo de 2011

Una vida sobre ruedas (2ªparte)

Del creador de una vida sobre ruedas (1ªparte) llega la segunda entrega...
En la anterior entrada me centré en mi nacimiento, pues bien, en esta segunda parte me centraré en los años posteriores. Empecemos...


Los primeros años fueron especialmente duros para mi familia. El motivo fue el descubrimiento de mi enfermedad y es que, si un niño ya trae dificultades a los que le rodean de por sí, yo les traje mayores aún. 


No puedo imaginarme como se sintieron al ver que su propio hijo ni si quiera podía echar a gatear. El momento más duro que vivieron fue cuando un médico les dijo textualmente “¿Qué me habéis traído, un muñeco de trapo?” Ese momento fue como si a mis padres se les viniese encima la mayor catástrofe que pudiese existir. 


Y es que, es normal porque yo es algo con lo que he nacido y por lo que me he acostumbrado a tener porque es lo que he tenido siempre pero ellos… Ellos se llevaron la mayor decepción de su vida. No digo que a mí no me afectase estar en la situación que me encuentro, claro que sí, pero los malos momentos que yo he pasado en conflicto con mi interior no se compara con lo mal que se han debido sentir mis padres al ver que su hijo no iba a poder tener las mismas oportunidades en la vida que los demás. 


Pero como todo niño, también traje momentos alegres, como el día en el que dije mi primera palabra. Fue esa palabra que significa vida, AGUA. Ese líquido del que mayor porcentaje tenemos en nuestro organismo y del que no podemos prescindir.



Así que, hasta el nacimiento de mi hermana Esther después de cuatro años de mi nacimiento (1996), todo fueron médicos, rehabilitación, búsqueda de información… Pero como digo, el nacimiento de mi hermana fue algo que necesitábamos todos. Yo con cuatro años viví muy intensamente el nacimiento de mi hermana. Recuerdo aquellas tardes soleadas en las que yo le hablaba a la tripa de mi madre porque ella me decía que me escuchaba y mi hermana me alegraba con solo sentir una pequeña vibración en mi mano producida por sus movimientos. Fue muy emocionante el poder cogerla cuando la vi por primera vez, desde ese momento supe que estaría muy unido a ella.

Como es obvio, esta entrada se la dedico a mi hermana. Esa chica que comenzó siendo la pequeñaja revoltosa que me mordía de la foto y ahora es una casi mujer. GRACIAS HERMANITA POR DEJARME VERTE CRECER.  

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PODER NO DEPENDE DE NUESTRA CONDICIÓN FÍSICA O DE LO QUE NOS RODEA, PODER DEPENDE DE LA DISPOSICIÓN INTERNA DE CADA UNO. Y YO, ¡PUEDO!
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