Lo primero de todo, quiero pedir perdón a todos mis fieles lectores a los que desde hace unos días no les tengo novedades sobre lo que siento. Pero ya he vuelto, seguiré dándoos esos escritos que tanto me gusta hacer y que hacen que yo me sienta mucho mejor cada día. Y todo gracias a la motivación y ganas que me aportáis sin daros cuenta. Solamente con unas visitas o con unos comentarios hacéis que esto siga siendo posible. Así que, gracias de nuevo.
A continuación, os intentaré transmitir algo con el escrito siguiente del que no sé como titular porque, como siempre, lo iré realizando con el ritmo de mis dedos que vayan dirigiéndose hacía la tecla indicada por mandato de mi cabeza sin ningún esquema mental previo ni nada por el estilo, simplemente mis sentimientos encima del teclado, delante de la pantalla y, por supuesto, plasmados en este espacio tan vuestro. Pues bien, que empiecen a moverse los dedos.
Rabia, impotencia, mala leche, angustia, enfado, tristeza, agonía, desesperación, soledad, ganas de cambiar mi vida, de desaparecer... Todo esto se produce en mis adentros cuando veo que aquello que tengo tan cerca, lo tengo tan lejos. Muchas veces me pregunto qué hago a tanta distancia, a infinidad de kilómetros, aunque eso que tanto anhelo lo tenga a escasos centímetros. Pienso en si en estos momentos estoy viviendo la vida como puedo o la estoy desperdiciando porque no vivo todo lo que podría. Siento que nadie podría curar esto, nadie, ni siquiera el más poderoso de los super héroes. También siento que la valentía no sirve para nada, excepto para afirmar cosas que intuías.
En muchas ocasiones, sueño, pienso, imagino... En ese momento, soy el chico más feliz del mundo. Todo es perfecto, acabas de entrar en lo que quieres para tu realidad. Cuando vuelvo a la cruda realidad, me vuelvo a enfrentar a todo aquello que me hace preguntar que qué hago estudiando, comiendo, bebiendo, respirando... si las cosas que verdaderamente deseo no las tengo.
Pero bueno, uno es demasiado optimista y sigue creyéndose que dentro de lo que cabe tiene buena vida. Pero es que, por regla general miramos a la gente que está peor para consolarnos de que nuestra vida no es tan mala como queremos pensar. Yo, que me gusta mirar todos los puntos de vista, me digo: "sí, vale tienes mucha mejor vida que otros muchos pero también tienes mucha peor vida que otros tantos, esto equilibra más o menos la balanza así que a seguir tirando y esperando que la suerte te sonría."
Ahora que ya he escrito es el momento de ponerle un título.
A continuación, os intentaré transmitir algo con el escrito siguiente del que no sé como titular porque, como siempre, lo iré realizando con el ritmo de mis dedos que vayan dirigiéndose hacía la tecla indicada por mandato de mi cabeza sin ningún esquema mental previo ni nada por el estilo, simplemente mis sentimientos encima del teclado, delante de la pantalla y, por supuesto, plasmados en este espacio tan vuestro. Pues bien, que empiecen a moverse los dedos.
Rabia, impotencia, mala leche, angustia, enfado, tristeza, agonía, desesperación, soledad, ganas de cambiar mi vida, de desaparecer... Todo esto se produce en mis adentros cuando veo que aquello que tengo tan cerca, lo tengo tan lejos. Muchas veces me pregunto qué hago a tanta distancia, a infinidad de kilómetros, aunque eso que tanto anhelo lo tenga a escasos centímetros. Pienso en si en estos momentos estoy viviendo la vida como puedo o la estoy desperdiciando porque no vivo todo lo que podría. Siento que nadie podría curar esto, nadie, ni siquiera el más poderoso de los super héroes. También siento que la valentía no sirve para nada, excepto para afirmar cosas que intuías.
En muchas ocasiones, sueño, pienso, imagino... En ese momento, soy el chico más feliz del mundo. Todo es perfecto, acabas de entrar en lo que quieres para tu realidad. Cuando vuelvo a la cruda realidad, me vuelvo a enfrentar a todo aquello que me hace preguntar que qué hago estudiando, comiendo, bebiendo, respirando... si las cosas que verdaderamente deseo no las tengo.
Pero bueno, uno es demasiado optimista y sigue creyéndose que dentro de lo que cabe tiene buena vida. Pero es que, por regla general miramos a la gente que está peor para consolarnos de que nuestra vida no es tan mala como queremos pensar. Yo, que me gusta mirar todos los puntos de vista, me digo: "sí, vale tienes mucha mejor vida que otros muchos pero también tienes mucha peor vida que otros tantos, esto equilibra más o menos la balanza así que a seguir tirando y esperando que la suerte te sonría."
Ahora que ya he escrito es el momento de ponerle un título.