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viernes, 19 de marzo de 2021

Dignificación y despedida plena a nuestros antepasados para digerir, hacer justicia, conservar memoria histórica y continuar


Siempre abogo por una profunda sonrisa para vincularnos, pero ayer Jorge Delgado Mora nos arropó con un tema escabroso y delicado que nos conectó a todos los presentes mediante otra manifestación fisiológica: las lágrimas. Y fuimos verdaderos espejos unos de otros, cada uno con sus historias -o más bien con las historias de padres y abuelos que sufrieron la guerra-.

Fue tremendamente conmovedor lo vivido en esta ocasión en la tertulia de Juan Jose Moragrega, esta vez mucho más que una tertulia. Jorge nos emocionó con su testimonio: por sus cipreses como último paisaje antes de morir y su sensación de recibir ese disparo al ser fusilado. Sí, él, porque en sus carnes pudo vivir, a través del lazo genético con su abuelo, lo que un día realmente tuvo que vivir este antepasado suyo por la dichosa guerra. El escalofrío de Jorge al saber que sus pies, por fin, tocaron la tierra en la cual su familiar está enterrado, el estar frente a aquellos cipreses e interiorizar que esa fue la última estampa que vio su abuelo, la satisfacción y liberación emocional al ver que ya tiene un lugar con el nombre de su familiar... Ahora sólo desea que los restos de su abuelo se trasladen a ese lugar donde se le hace memoria justa.

Me impactó ver la repercusión que aún tiene en nuestras vidas lo que ocurrió, aquí en España y fuera. Porque esto no trata de naciones o bandos, o no debería tratarse de ello. Me impactó, como digo, porque fui testigo de que todos los asistentes, con vidas y caminos tan dispares, teníamos una cruda historia familiar que giraba en torno a este suceso social. Yo no pude evitar regresar a aquella investigación que realicé sobre mi abuelo paterno. Jorge me devolvió el olor de esa casa, el movimiento de la mecedora en la cual estaba sentado mientras rememoraba, por mí, todo lo que dañó su mente siendo tan solo un niño... Para quien desee indagar más en la historia de mi abuelo paterno en la guerra, que ya falleció en 2018, aquí dejo el enlace (disculpad posibles mejoras de redacción, lo escribí con 18 años)

A lo largo del tan sentido encuentro, se combinaron todos esos testimonios con el recitar de poemas. Así, pudimos transformar en arte todas las sensaciones que nos invadieron. Lo hizo el propio Jorge dejando sus versos en voz de José Luis García, lo hizo Sandy Garcia con una poesía dedicada a su padre, y lo hizo Antonio Infante Gómez como colofón redondo materializando emoción hasta el último segundo de la reunión.

HUMANIDAD, QUE PARA ESO SOMOS HUMANOS

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Abel Jara Romero

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