Hogaño... hogaño es época de la libertad despegada. No precisa ser amarrada, es ella quien insiste en permanecer. Echa de menos a sus demás panteras, ruge en busca de su coro preciado. Ya no lo escucha. Los barrotes ya no existen, ya no hay fronteras. Tampoco compañía, el equilibrio se vuelve a dar. Se produjo esa metamorfosis, de dependencia en autodeterminación. El león ya sabe no pasar hambre, tiene los conocimientos para no ser presa. Como individuo se siente más completo, ahora carece de sociedad. Extraña a quien le encerraba, extraña la comodidad que no valoraba. El cuerpo le pesa por la responsabilidad, el alma le aplasta por la soledad.
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sábado, 11 de enero de 2020
Hogaño
Hogaño... hogaño es época de la libertad despegada. No precisa ser amarrada, es ella quien insiste en permanecer. Echa de menos a sus demás panteras, ruge en busca de su coro preciado. Ya no lo escucha. Los barrotes ya no existen, ya no hay fronteras. Tampoco compañía, el equilibrio se vuelve a dar. Se produjo esa metamorfosis, de dependencia en autodeterminación. El león ya sabe no pasar hambre, tiene los conocimientos para no ser presa. Como individuo se siente más completo, ahora carece de sociedad. Extraña a quien le encerraba, extraña la comodidad que no valoraba. El cuerpo le pesa por la responsabilidad, el alma le aplasta por la soledad.
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viernes, 10 de enero de 2020
Fusionando
¿Libro en papel o libro electrónico? ¿Crear palabras o usar términos asentados? Un libro tradicional puede ser portador de una carta de amor en un sobre azul escondido entre sus páginas. Por su parte, un libro electrónico suma agilidad para interiorizar conocimientos y vocabulario. La densidad de un diccionario recompensa con habilidades lingüísticas. Pero enfrentarse al papel en blanco es valentía creativa.
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jueves, 9 de enero de 2020
Fabril
Descendía como en antigravedad una pluma de un ave exótica, era violeta espectral. Trasparentándose en ella, un paraje colorido. Desprendía luz, vida, creatividad. Lo más llamativo, la mujer pintando al viento. Lo más aburrido, el niño cantando a estatuas de mar. Me sentí abrumado, ¿qué podría yo aportar al lugar? Sabía que mi voz no era apropiada para cautivar oídos, ni siquiera oídos postizos como los de aquellas esculturas. El dibujo me atraía, pero mi pulso y destreza con los pinceles tampoco me ayudarían a hacerme un hueco en el valle misceláneo. Nunca había tocado ningún instrumento. Mi oratoria quedaba rezagada por mi timidez. Bailar, por supuesto que no era para mí. La escasa fuerza e ingenio también descartaba cualquier modalidad constructiva. Incluso la fotografía elegía al abuelo con alas que le aventajaban por lograr ángulos improbables. Derrotado, me limité a pasear entre artistas.
Entonces caí, ¿y si mi verdadero don era el contemplativo? Parecía que había escuchado mis pensamientos, se me cruzó el bebé con los ojos más abiertos y absorbentes de todos los universos. No, mejor mantenerme como un peatón desapercibido. Quizá era mi papel, ser el fantasma que vaga sin capacidad alguna ni para asustar. Devastado, di una patada a una ramita. Un vástago inocente al que lancé mi frustración por inútil. Me hizo sentir arrepentimiento al instante, ambos éramos igual de invisibles. Lo cogí e intenté subsanar el daño causado frotándolo contra el tronco de árbol que bien podría ser pariente suyo. Traté de dejarlo sin astillas, sin nada picudo que pudiese limitarle. Me empeñé en darle estética, pero más anhelaba otorgarle funcionalidad. Sentía que hasta ese palo podía encontrar su rol allí, no quería que mi desgana fuese el motivo por el que no lo consiguiese. Cuando quise darme cuenta, lo había transformado en un lapiz. Fue instantáneo, ¡trabajaríamos juntos! Seríamos un dúo, arte compartida. Yo, escritor. Él, o ella, escribano. Percibí su alegría cómplice con la mía. Nos sentimos por fin parte de aquella sociedad. Pero algo sucedía, nadie nos valoraba. Creíamos haber encontrado nuestro sitio, al parecer no lo era. Solo nosotros dos éramos público del otro. ¿Necesitábamos notoriedad? No, pero el ambiente se sentía igual que vagando sin más. Destruidos, la rama o el vástago concluyó su labor de cronista descansando de nuevo a pies de sus parientes. Yo, rendido, quería dar con aquella pluma como referencia para salir de allí.
Dando vueltas y vueltas, al fin un día di con ella gracias al vendaval que hacía. Tenía algo diferente, su baile descendente se veía distinto. Me empezaban a pesar los párpados, parecía como si me hipnotizase. ¡Claro, es lo que hacen los artistas! Hasta la pluma lo era, sentí un poco de furia por la envidia. Caí dormido.
Han pasado setenta años, ya soy el más anciano del lugar. Muchos han perecido, aquel bebé es mi gran amigo y más leal alumno. Queriendo escapar, huyendo, hallé mi habilidad. Unos dicen que no vale nada, otros creen que es la más creativa del valle. Yo no la puedo disfrutar, tan solo a veces. Y, sin embargo, soy quien más la vivo. El único, de hecho. Cuando caí desplomado ante la pluma, dicen que se generó una emoción sin precedentes que creó un masivo corro rodeándome. No por acudir a mi ayuda, sino por extraer de mi mundo onírico recursos con los que potenciar. Así es, me convertí sin querer, en el hombre de los sueños.
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miércoles, 8 de enero de 2020
Inspirando
Huelo a libro releído. Percibo el olor de cada lugar que conoció conmigo siendo compañero de viaje. La fragancia de los paisajes tras el cristal, el aroma entremezclado de con quienes compartí aquella vivencia. El olfato se vuelve a aguzar con su mera presencia. Es sensibilidad olfativa, es olfato creativo sobre el papel.
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jueves, 2 de enero de 2020
Rimero
Como una duna en el desierto, como un iceberg a la deriva en la inmensidad oceánica, una pila de libros en una habitación envuelve con su presencia a quien tiene la fortuna de descubrirla. Leer cada página, disfrutar cada letra, interviene en la escultura que va conformando las distintas personalidades humanas.
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sábado, 28 de diciembre de 2019
GRACIAS 2019
Por los nuevos círculos sociales concedidos, también por mantener los asentados.
Por darme alas para hallar libertad e independencia de forma improvisada.
Por enriquecerme en facetas que, quizá, estén innatas en mí pero precisan llaves maestras para ser expandidas.
Por regalarme salud, por regalarme vida sentida.
Por mantener instantes familiares tan valiosos que no hay expresión que lo describa.
Por aprender de mí mismo, redescubrirme y saber reinventarme a través de estrategias internas afloradas.
Por saber decir NO, de vez en cuando. Por seguir diciendo SÍ, incluso en momentos que no apetece.
Por mi eterna capacidad para aceptar y adaptarme, que no resignarme.
Por las innumerables sonrisas, por todas esas carcajadas y por el contenido emocional en cada lágrima.
Por cada conversación surgida, por la flexibilidad mental que muchas de ellas han otorgado.
Por no poder evitar ejercer la escucha activa de quienes me importan mucho y de quienes me importan un poco menos, incluso cuando me siento saturado.
Por hacerme ver la relevancia que sostiene ser consciente de los ritmos propios en diversos aspectos de mi vida y de mi personalidad.
Por leer más y con una más óptima calidad literaria. Por escribir todavía más y no controlar el impulso de mi estro.
Por cada vez que se me ha erizado la piel, se me ha producido un pellizco en el diafragma o me ha dado un escalofrío al recibir emociones que me han desbaratado a bien.
Por ser aún más contemplativo, por seguir abriendo los ojos a realidades que suelen pasar desapercibidas.
Por continuar con este espacio web, por cada historia que me encantaría conocer de los lectores que me brindan parte de su tiempo desde los cinco continentes e incluso en las famosas 'regiones desconocidas' que apuntan las estadísticas de audiencia de esta plataforma vinculante con todos ustedes.
Por ir en busca de la moderación vital, hasta en ser moderadamente moderado.
Por retarme, pero más por autosuperarme. Por caerme y volver a levantarme.
Por apreciar cada vez más la naturalidad y la naturaleza.
Por entender que 'aspirar la vida no conlleva aspirar siempre a más'.
Por fluir con la complicidad plena de vínculos sintiendo almas ajenas partes de la mía.
Por las relaciones que, tras años en letargo, han vuelto a mi vida mostrando una real intención de permanecer.
Por el espacio y ausencia de algunas personas al no ser el momento indicado de la historia de mi vida para tenerlas a mi vera. Por los que decidieron no estar ya más, o los que están a ratos.
Por el erotismo elegante y el creativo ¡por qué no!
Por esos vaivenes sentimentaloides, esas mareas que concluyen en anticiclones.
Por adquirir cierto manejo sobre cómo ralentizar el tiempo mediante intensidades y tranquilidad.
Por el factor suerte, el azar, lo que escapa de nuestro control.
Por mis cinco sentidos, y alguno más.
Por sentirme resolutivo ante una problemática del mundo más cotidiano.
Por gustarme a la hora de expresarme hablando. Por encantarme creando con la escritura.
Por el placer de sentir el Sol, la brisa y la lluvia. Por cada tonalidad y forma advertida en el horizonte.
Por lo que tengo y no necesito. Por lo que no tengo y necesito.
Por esos momentos de desAHOGO, y esos otros ahogaDOS.
Por vivir en el A·H·O·R·A: en la Autenticidad, la Honestidad, el Optimismo, el Respeto y la Ambivalencia.
Por los olvidos rememorados y sus instantes de lucidez.
Por comprender que la muerte es vida, igual que la vida es vida.
Por regresar a la infancia en mi irremediable adultez, y por sentir que aquel niño sintió muchas veces a este adulto.
Por la paciencia recaudada que tantas recompensas de las de verdad trae.
Por insistir mi mente a mi cuerpo diciéndole 'un poquito más' cuando éste se empeña en no responder.
Por contar gotas de lluvia cuando el estrés llama a la puerta cual niño contando ovejas para dormirse.
Por transformar los fríos y encogidos días en cálidos y abiertos de par en par.
Por 365 días que, en ocasiones, he sentido como un intervalo de tiempo infinito y, otras, como si se hubiese iniciado hace un minuto.
Por darme alas para hallar libertad e independencia de forma improvisada.
Por enriquecerme en facetas que, quizá, estén innatas en mí pero precisan llaves maestras para ser expandidas.
Por regalarme salud, por regalarme vida sentida.
Por mantener instantes familiares tan valiosos que no hay expresión que lo describa.
Por aprender de mí mismo, redescubrirme y saber reinventarme a través de estrategias internas afloradas.
Por saber decir NO, de vez en cuando. Por seguir diciendo SÍ, incluso en momentos que no apetece.
Por mi eterna capacidad para aceptar y adaptarme, que no resignarme.
Por las innumerables sonrisas, por todas esas carcajadas y por el contenido emocional en cada lágrima.
Por cada conversación surgida, por la flexibilidad mental que muchas de ellas han otorgado.
Por no poder evitar ejercer la escucha activa de quienes me importan mucho y de quienes me importan un poco menos, incluso cuando me siento saturado.
Por hacerme ver la relevancia que sostiene ser consciente de los ritmos propios en diversos aspectos de mi vida y de mi personalidad.
Por leer más y con una más óptima calidad literaria. Por escribir todavía más y no controlar el impulso de mi estro.
Por cada vez que se me ha erizado la piel, se me ha producido un pellizco en el diafragma o me ha dado un escalofrío al recibir emociones que me han desbaratado a bien.
Por ser aún más contemplativo, por seguir abriendo los ojos a realidades que suelen pasar desapercibidas.
Por continuar con este espacio web, por cada historia que me encantaría conocer de los lectores que me brindan parte de su tiempo desde los cinco continentes e incluso en las famosas 'regiones desconocidas' que apuntan las estadísticas de audiencia de esta plataforma vinculante con todos ustedes.
Por ir en busca de la moderación vital, hasta en ser moderadamente moderado.
Por retarme, pero más por autosuperarme. Por caerme y volver a levantarme.
Por apreciar cada vez más la naturalidad y la naturaleza.
Por entender que 'aspirar la vida no conlleva aspirar siempre a más'.
Por fluir con la complicidad plena de vínculos sintiendo almas ajenas partes de la mía.
Por las relaciones que, tras años en letargo, han vuelto a mi vida mostrando una real intención de permanecer.
Por el espacio y ausencia de algunas personas al no ser el momento indicado de la historia de mi vida para tenerlas a mi vera. Por los que decidieron no estar ya más, o los que están a ratos.
Por el erotismo elegante y el creativo ¡por qué no!
Por esos vaivenes sentimentaloides, esas mareas que concluyen en anticiclones.
Por adquirir cierto manejo sobre cómo ralentizar el tiempo mediante intensidades y tranquilidad.
Por el factor suerte, el azar, lo que escapa de nuestro control.
Por mis cinco sentidos, y alguno más.
Por sentirme resolutivo ante una problemática del mundo más cotidiano.
Por gustarme a la hora de expresarme hablando. Por encantarme creando con la escritura.
Por el placer de sentir el Sol, la brisa y la lluvia. Por cada tonalidad y forma advertida en el horizonte.
Por lo que tengo y no necesito. Por lo que no tengo y necesito.
Por esos momentos de desAHOGO, y esos otros ahogaDOS.
Por vivir en el A·H·O·R·A: en la Autenticidad, la Honestidad, el Optimismo, el Respeto y la Ambivalencia.
Por los olvidos rememorados y sus instantes de lucidez.
Por comprender que la muerte es vida, igual que la vida es vida.
Por regresar a la infancia en mi irremediable adultez, y por sentir que aquel niño sintió muchas veces a este adulto.
Por la paciencia recaudada que tantas recompensas de las de verdad trae.
Por insistir mi mente a mi cuerpo diciéndole 'un poquito más' cuando éste se empeña en no responder.
Por contar gotas de lluvia cuando el estrés llama a la puerta cual niño contando ovejas para dormirse.
Por transformar los fríos y encogidos días en cálidos y abiertos de par en par.
Por 365 días que, en ocasiones, he sentido como un intervalo de tiempo infinito y, otras, como si se hubiese iniciado hace un minuto.
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jueves, 19 de diciembre de 2019
Exégesis
Serpenteante, escurridiza. Tenía ante mí una decisión que podía deslizarse al vacío en cualquier momento, entonces ya no sería más que una consecuencia por dudar. No había cabida para titubear, tan solo unos segundos para dar el paso hacia una opción u otra. Lo di.
Me persiguieron durante mucho tiempo las sombras del reproche ajeno. Las opiniones de algunos, por descartar la alternativa, se oían como mazos agarrados por personas con togas negras. La imposibilidad para comprobar la realidad apartada concedía apoyo a los críticos. Desconoceré siempre lo que habría ocurrido. 'Si hubiese decidido...' fue un bucle que se apoderó de mí, pero fue escaso a decir verdad.
Un cúmulo de secuencias con escenas heterogéneas fue mi remanso de seguridad. Aprendí creciendo con lo más incontrolado, con aquello que encendía todas mis alertas. Del mismo modo, agradecí valorando cada sorpresa, cada hecho que apagaba mis inseguridades. Hallé satisfacción cuando me di cuenta de lo que era, de lo que representaba como ser humano. Es muy probable que de haber ido por el otro sendero no hubiese sido ni peor ni mejor, que hubiese representado simplemente algo diferente. Pero la sensación de bienestar interno, mi calma, fue definitivo para saber con certeza no haberme equivocado.
La realidad puede interpretarse de variadas perspectivas, la historia de cada existencia improvisa.
![]() |
Descárgate e imprime ya tu postal navideña de Escritor Sentimientos. |
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miércoles, 11 de diciembre de 2019
Insepulto perpetuo
Soberbia, se le escurre la inmortalidad obviada. Esa trascendencia mediante palabras, mediante voces nunca pronunciadas. Esa entidad heredada en otros por los valores que representa como ser. Pues en su empeño de cerciorarse ser quien por definición no es, se convierte en su ingeniosa enemiga.
La vida es muerte, la muerte es vida. ¿Temes a la primera? Entonces, ¿por qué temer a la segunda?
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jueves, 5 de diciembre de 2019
Dactilóloga
Hablas en silencio, hablas sin hablar. Hablar sin voz es casi telepatía, comunicación dibujada con tu cuerpo, manos y caricias. Háblame, vuélveme a hablar. Pero calla, que la voz no se manifieste jamás. Sigue hablándome, tócame para hablar. Hablarme desde la calma es hablarme de paz. Continúa el diálogo, dialoga sin dialogar. Que dialogando como tú te expresas, es expresión corporal. Y con esa... con esa conversamos al besar.
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jueves, 28 de noviembre de 2019
Báculo
Él, su hijo, desde ese instante empezó a ser padre. Tenía que protegerla, acompañarla, pensar y hasta sentir por ella. Y ella, la madre convertida en hija, de vez en cuando le devolvía pedacitos de aquel pretérito abrazo. Con cada uno de ellos, ella le transmitía a él agradecimiento y el calor que un hijo precisa de su madre. O, quizá, el amor que un padre requiere de su hija.
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jueves, 21 de noviembre de 2019
Ambivalente
Tu presencia distanciada es heladez cálida, un abrazo constante sin presiones corporales. Conversar contigo, entre silencios que exploran a la reflexión más despreocupada, deriva en divagar en mí mismo alejándome del yo más consciente. Un sentir sin sentido en el cual investigo recovecos desconocidos que tú bien conoces.
Me haces ser el cobarde más valiente, el débil con la mayor fuerza existente. Potencias mis ganas en plena desidia, levantarme feroz ante cualquier zancadilla. Ser el dragón que vuela desde una silla, ser un ser que ni él mismo imagina. ¡Cuán grande será tu valía! Que hasta me cedes una inmensa parte de tu diminuta energía, la más potente jamás contraída.
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miércoles, 13 de noviembre de 2019
Café
Y crecemos. Y vivimos. Y sentimos, o dejamos de sentir...
Queriendo experimentar y probar nuevos sabores, nuevas experiencias y nuevas sensaciones, caemos en el adictivo café. Ese oscuro y amargo líquido que da también nuestra madre naturaleza. Es como una nueva realidad, un nuevo plano existencial. La palabra amor sigue conteniendo cuatro letras bellas y sonoras. Sin embargo, parece que ha mutado su significado como cuando un desapercibido gusano de seda metamorfosea para volar. No se sabe si esto de beber café en lugar de cacao puede considerarse volar, todo se vuelve relativo y personalizado. Si con el cacao todos sabíamos que era dulcemente doloroso, con el café de pronto vivimos en un universo repleto de sutiles pellizcos. Hay quienes sienten un manchado como suficiente riesgo, quizá por desconfianza o autoprotección. Quienes prefieren un cortado dándolo todo, pero con un as bajo la manga. Por último, están los que se atreven a rendirse a la dosis plena de café creyendo que puede ser el cacao del adulto... hay afortunados a los que les resulta así, pero otros tantos acaban tan obsesionados en hallar el café destinado a ellos que la vida se les consume sin haberlo probado.
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lunes, 4 de noviembre de 2019
Trigésima segunda poesía
"Energía fractal"
Los rayos retumban en el interior del cerebro,
relámpagos humanos recorriendo el cuerpo.
Destellos morados ramifican el buen veneno,
elixir disipado absorbido para crear nuevos.
Ruidosa nervadura principal la del corazón,
estruendo latente en el envés o parte inferior.
Retrona hacia el pecíolo vibrando como tambor,
su estípula revolotea el organismo sin contención.
Cristalizados copos de nieve los arbolados pulmones,
la pleura protectora se deshiela cuando en sí llueve.
Remos de madera congelada los bronquiolos verdes,
susurran a los creativos alveolos un verso breve.
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miércoles, 30 de octubre de 2019
Ladridos
Saúl, el vecino más próximo cuya actitud era de eterna prevención con todo, se quedó la noche de ese jueves sin la compañía de su mujer e hijos. Ella tenía una cena de empresa en la que se había propuesto llevar a los pequeños, llegarían por la mañana. Saúl, por su parte, vio una oportunidad para expandirse en su propia casa. Hacía tantos años que no tenía tal privilegio, que las humildes paredes de pronto se le hicieron toda una mansión. Encendió la chimenea, se sentó frente a ella sobre una alfombra de pelito color burdeos, y adoptó una postura totalmente de yoga. Mientras tanto, fuera la oscuridad plena se despistaba tan solo por aquella intermitente luminosidad encerrada.
Estar cerca del fuego empezaba a ser insuficiente, la brisa fría que entraba por la rendija abierta de la ventana provocaba que el vaho de Saúl fuese visible. Acurrucándose con sus propios brazos, se acercó a la apertura apartando previamente la cortina de encaje. A la par que se aislaba de la heladez exterior, un ladrido atrajo su mirada a la luz tenue y entrecortada de la casa a evitar. En el preciso instante que sus ojos se tornaron hacia el interior de su propiedad, se produjo un segundo ladrido que le impulsó a volver a mirar. Quiso entonces, con cierto pulso acelerado pese a permanecer en su casa, fijarse en si intuía movimiento alguno. Nada, ni una leve sombra. Los minutos que duraron tal contemplación no volvió a escucharse un solo ladrido. No hasta que se dispuso a quitar su mirada del aparente hogar inhabitado. Esta vez fueron ladridos continuos, lo fueron porque su reacción instintiva ya no fue la de volver a observar, sino que se apartó asustado tropezando con la silla de madera que tenía detrás y dejando a la cortina hacer su labor de opacidad visual. Los golpes en su pecho se incrementaron y lo devolvieron a su alfombra. Se propuso dejarlo estar, en algún momento cesarían los ladridos. No fue así, pero él tenía la sensación de poder acabar con tal molesto ruido. Sólo tendría que volver a mirar. Se acercó a la cortina, los ladridos persistían. Su mano, lentamente, cogía el borde de la cortina. Dudoso, envuelto en pánico, pensó por última vez si no sería mejor opción seguir escuchando aquellos ladridos. Lo habría sido... Cuando deslizó la cortina y se reflejó en sus ojos la casa, la ausencia de aquellos ladridos le paralizó por completo durante toda una hora. Las piernas empezaban a flojear y quiso comprobar si, sin desviar la mirada, el moverse intervendría de algún modo. No pasó nada, sus ojos seguían allí clavados. A tientas, arrastró la silla que tenía a sus espaldas y, rotándola, pudo sentarse convirtiéndose en la estática imagen de un anciano aferrado al cristal desde el que ver la vida pasar. El cansancio, la noche oscura, el ambiente ya cálido del hogar y, sobre todo, la ausencia de ruidos, hizo mella en Saúl aportando peso en sus párpados. Estaba apunto de pegar una primera cabezada cuando le desveló de nuevo un gruñido lejano pero intenso. Otra vez silencio.
Por la mañana, al entrar su mujer e hijos, le vieron allí sentado como si estuviese en una clase avanzada de yoga. Sobre la alfombra burdeos.
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miércoles, 23 de octubre de 2019
Casi perfecta
Atrevida, da el paso hacia el mundo. Inconexa, llamada por la libertad, se proyecta atravesando las primeras capas de brisa. Empujada por el viento, vuela rápida. Es tan veloz que se cuela entre las partículas de dos pequeños vidrios. Adjudicándose la solidez, continúa su vuelo hasta un mármol frío. Jamás se deshidrata, pero ella anda y anda. Transforma la frialdad en calidez, varía su temperatura a sus anchas. Se divide y se unifica, es sencillez y complejidad. Su astucia en alerta, su calma en un infinito letargo. Activa, sigue volando. Sube una azul montaña nevada, incansable. No se escurre, pisa con firmeza. En la cima, vanidosa, no cesa su descabellado ritmo. Como una partitura melódica confusa, es guitarra, tambores y piano. Salta y brinca hasta atrapar un árbol. Se desliza suave, por las hojas, bebiendo de ellas sin sentir sed. Baila dibujando acrobacias en el aire, brilla a tal grado que nadie logra captarla. Descansa humilde en un tejado, lo hace por experimentarlo. Escala por una antena, para ella es fácil modificar su tamaño. Igual que es punto también es mundo, así alcanza el más inabordable espacio. Sin embargo, sí tiene limitaciones: no conoce lo que nunca fue visto. Por ello, ahora sólo llega al blanco cielo. Por esto, como la mayoría, lo sideral es para ella desconocido.
Así es una mirada, así fue esa mirada.
Así es una mirada, así fue esa mirada.
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