No es ningún secreto que este cuerpo mío ha enfrentado a la guadaña más veces de las que el dicho apunta que lo hacen los felinos domesticados -que, por cierto, en un documental visto nada más despertar, me he enterado que los gatos han sido los únicos que, en origen, decidieron domesticarse por humanos evitando la actitud tan impositiva de nuestra especie a la hora de gestionar los ecosistemas-. Y es que cada vida extra, cada tiempo prolongado, me está permitiendo vivir, a mi modo, experiencias que me otorgan calidad humana e intelectual. Para mí, no hay mayores estímulos a valorar profundamente que los que sacian la sed emocional y el hambre de conocimientos. Ambas facetas reposando, siempre, sobre una cama medio estable de salud.
Este último martes tertuliano del 2020 recogió de una sentada las recompensas de vivir, al menos, 7 vidas en una. De la mano de , sentí los tres pilares anteriormente indicados a los cuales bien podría añadir el desbloqueo de la retroalimentación de la disciplina llevada, de un puesto laboral apropiado, a un proyecto personal repleto de autenticidad; la liberación de la perseverancia, distinguida de la disciplina por contener mayor voluntariedad, a la hora de empaparse y dedicar vida a otras pasadas cuyas maestrías conceden un cómputo que generan recursos tan bellos y potentes como la 'metapoesía'; el abrir portales místicos, pero reales, que devuelven vivencias pasadas como el tiempo que invertí al francés George Pérec y al que regresé cuando nuestro ponente confesó haberle tenido muy presente para la creación de su última publicación ("Volar a casa", con la
Editorial Páginas de Espuma
); y el salto entre el universo onírico y el metafísico como herramienta inspiratoria -que nunca sabremos cuál es más real- al que se hizo referencia como la caótica reorganización de elementos y vivencias creadoras de mundos insospechados. En relación a esto último, al finalizar, le brindé a uno de los hechos que se producen casi siempre en mis mundos fascinantes de los sueños: la integración de la bipedestación junto a las plenas facultades físicas.
Quizá por seguir soñando bien, el de la guadaña me tema tanto.
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Abel Jara Romero