¿28 años mal llevados? A veces lo pienso, sí. Las circunstancias impuestas, y según qué decisiones, me han derivado en poseer una vida menos libre que la mayoría de los de mi edad. Esa es mi tormenta, aunque también soy consciente de mis soles. Algunos de ellos los encuentro en mí mismo, pero otros los descubro en personas que tengo a mi alrededor e incluso en otras que llegan para demostrarme todo lo que aún me queda por conocer de la diversidad humana.
Pese a sentirme querido realmente, pese a valorar cada palabra, gesto y acto de quienes me profesan amor, entre tantas compañías tengo grandes fragmentos de soledad. Una soledad que la mayoría de veces disfruto, desde luego, porque estoy en sincronía conmigo mismo y ello me ayuda a sentirme cómodo en mi introspección. No obstante, es ineludible la soledad fría repleta de autocrítica cruelmente dura. Sobre todo, porque si eso se da es debido a que aún me queda trabajo por realizar en cómo dirigir mi vida, mis pensamientos y mis emociones.De eso se trata la vida, de luchar contra uno mismo. La diferencia reside entre permitir que sea un combate sangriento a muerte, o un sano desencuentro que propicia un sendero evolutivo necesario para evitar estancarse. Y aunque, en ocasiones, se den los primeros por lo incontrolable que es lo venidero, intento tender a lo segundo.
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Abel Jara Romero