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martes, 4 de noviembre de 2025
Virina
El barrio vallecano de la capital española es el patio en el que juego y curioseo desde niño: sus árboles me inyectan la sabiduría del tiempo; sus miradores, puentes y cuestas me acercan al cielo que me conecta con el universo; sus carriles bici me brindan el placer de sentirme un poco más libre; su gentío me interioriza lo maravillosa que es la diversidad; y mi existencia dejando rastro por sus calles es la certeza de que pertenezco a una sociedad que me aporta y a la que espero aportar. No obstante, mi alma no se limita a una región, ciudad, país o continente, pues ella pretende enriquecerse ahondando en cada ser vivo que protege nuestro hogar llamado Tierra.
No soy mi nombre, no soy mi físico, ni siquiera soy lo que creo ser. Ando buscando de puntillas descubrir quién verdaderamente soy, pero es que cada instante conforma un yo con sus sutilezas y complejidades.
lunes, 6 de octubre de 2025
Soy tú
El barrio vallecano de la capital española es el patio en el que juego y curioseo desde niño: sus árboles me inyectan la sabiduría del tiempo; sus miradores, puentes y cuestas me acercan al cielo que me conecta con el universo; sus carriles bici me brindan el placer de sentirme un poco más libre; su gentío me interioriza lo maravillosa que es la diversidad; y mi existencia dejando rastro por sus calles es la certeza de que pertenezco a una sociedad que me aporta y a la que espero aportar. No obstante, mi alma no se limita a una región, ciudad, país o continente, pues ella pretende enriquecerse ahondando en cada ser vivo que protege nuestro hogar llamado Tierra.
No soy mi nombre, no soy mi físico, ni siquiera soy lo que creo ser. Ando buscando de puntillas descubrir quién verdaderamente soy, pero es que cada instante conforma un yo con sus sutilezas y complejidades.
miércoles, 1 de octubre de 2025
El barrio vallecano de la capital española es el patio en el que juego y curioseo desde niño: sus árboles me inyectan la sabiduría del tiempo; sus miradores, puentes y cuestas me acercan al cielo que me conecta con el universo; sus carriles bici me brindan el placer de sentirme un poco más libre; su gentío me interioriza lo maravillosa que es la diversidad; y mi existencia dejando rastro por sus calles es la certeza de que pertenezco a una sociedad que me aporta y a la que espero aportar. No obstante, mi alma no se limita a una región, ciudad, país o continente, pues ella pretende enriquecerse ahondando en cada ser vivo que protege nuestro hogar llamado Tierra.
No soy mi nombre, no soy mi físico, ni siquiera soy lo que creo ser. Ando buscando de puntillas descubrir quién verdaderamente soy, pero es que cada instante conforma un yo con sus sutilezas y complejidades.
jueves, 18 de septiembre de 2025
Esperanza
Un órdago fusionado a un all in, un espejismo sucumbiendo a un plano paralelo, tu corazón temeroso al amor verdadero dialogando con tu cerebro tendiendo a lo cómodo.
Vivimos momentos donde ser héroe es sentir, ir a contracorriente con sentido común madurado, ser paciente confiando en la vida cuando ésta parece ser cruelmente macabra.
Descontrolarse es humano, envidiar es humano, el ego es humano; pero más humano es aprender a gestionarse, disfrutar de compartir y empatizar desde la comprensión.
Ser hombre o súper humano, ser Nietzsche o Platón, ser o no ser. Pero que entre el ser y no, la identidad contemple la verdad que nos fue dada por tan solo existir.
¿Quieres rendir a la desesperación, a la ambición desmesurada que deriva hoy día en frustración, al robotizarse con el scroll infinito siendo consciente en alguna parte del interior de estar rindiendo a la deshumanización?
Yo acabo de renunciar precisamente para no renunciar. He decidido lo difícil, lo duro, lo que probablemente haga a una parte de mí arrepentirse. Pero es lo natural, esa es mi fuerza ante tanta debilidad. No quiero permitirme sentir que el sistema o una empatía a media tinta me manipula para usar mi situación como un simple medio. Soy mucho más justo cuando una mente tras otra me asumen como mucho menos. Hay decisiones que realmente generan identidad, yo quiero que cuando la cosa se pone seria mi generosidad hacia mi descendencia venza ante mi egoísmo de la sanación de mi cuerpo. Renuncio a él, renuncio a sentirme vivo para poder dar vida.
El barrio vallecano de la capital española es el patio en el que juego y curioseo desde niño: sus árboles me inyectan la sabiduría del tiempo; sus miradores, puentes y cuestas me acercan al cielo que me conecta con el universo; sus carriles bici me brindan el placer de sentirme un poco más libre; su gentío me interioriza lo maravillosa que es la diversidad; y mi existencia dejando rastro por sus calles es la certeza de que pertenezco a una sociedad que me aporta y a la que espero aportar. No obstante, mi alma no se limita a una región, ciudad, país o continente, pues ella pretende enriquecerse ahondando en cada ser vivo que protege nuestro hogar llamado Tierra.
No soy mi nombre, no soy mi físico, ni siquiera soy lo que creo ser. Ando buscando de puntillas descubrir quién verdaderamente soy, pero es que cada instante conforma un yo con sus sutilezas y complejidades.
domingo, 24 de agosto de 2025
Golondrina de agua
Una golondrina de agua surcaba el cielo sin evaporarse, sin ser nube siquiera. No volaba, caminaba como yendo por la tierra, pero en el aire levitando a cien metros del suelo. Señorial, sus alas eran como olas chocando con su cuerpo, como las del mar contra la orilla. Todo lo demás era tan aburridamente normal, ella la única tocada por lo exclusivo. Su traje de transparencias absolutas, incluido sus órganos internos, le otorgaba sin darse cuenta cierta invisibilidad.
La soledad le ahogaba, parecía parte de su composición acuosa inundándole la garganta hasta saturar sus vías respiratorias. Tanta diferencia existencial le confería también el augurio de no compartir fácilmente su vida. Lo cierto es que una parte de sí se sentía a gusto consigo misma y a priori no parecería necesitar a nadie, pero como todo ser no podría escapar de su faceta social.
A veces se empeñaba en dar de beber a otros sacrificando parte de sí, pero el no entenderla o, en ocasiones, la envidia por ser distinta hacía que la tratasen de un modo inmerecido antes de tener tiempo de decepcionar o causar rechazo con motivos. Esto le hacía sentir condenada, como vivir una maldición en la cual no tenía derecho a relacionarse al nivel del resto.
Pero el agua es el origen de la vida, y su andar por los senderos celestiales le hacía redescubrirse sin rendición. Pronto aprendió que quienes le despreciaban no merecían sus intentos de agradar. Fue alejándose de esas otras aves que le ponían la comida en el pico y, al mismo tiempo, le hacían el vacío descaradamente y sin venir a cuento.
En uno de sus paseos reflexivos cayó un rayo y evaporó cada átomo de su ser. Fue desde ese día, según iban enterándose uno a uno, que muchos la recordarían por su aguante y falta de amor recibido. Había leyendas de que fue la propia golondrina de agua quien buscó aquel rayo para que jamás nadie volviese a tratar así a otros por ser diferente. Quizá fuesen ciertas o no, pero su recuerdo tuvo todo el amor ausente en vida.
Abel Jara Romero
El barrio vallecano de la capital española es el patio en el que juego y curioseo desde niño: sus árboles me inyectan la sabiduría del tiempo; sus miradores, puentes y cuestas me acercan al cielo que me conecta con el universo; sus carriles bici me brindan el placer de sentirme un poco más libre; su gentío me interioriza lo maravillosa que es la diversidad; y mi existencia dejando rastro por sus calles es la certeza de que pertenezco a una sociedad que me aporta y a la que espero aportar. No obstante, mi alma no se limita a una región, ciudad, país o continente, pues ella pretende enriquecerse ahondando en cada ser vivo que protege nuestro hogar llamado Tierra.
No soy mi nombre, no soy mi físico, ni siquiera soy lo que creo ser. Ando buscando de puntillas descubrir quién verdaderamente soy, pero es que cada instante conforma un yo con sus sutilezas y complejidades.
miércoles, 23 de julio de 2025
Arte intrínseca
El barrio vallecano de la capital española es el patio en el que juego y curioseo desde niño: sus árboles me inyectan la sabiduría del tiempo; sus miradores, puentes y cuestas me acercan al cielo que me conecta con el universo; sus carriles bici me brindan el placer de sentirme un poco más libre; su gentío me interioriza lo maravillosa que es la diversidad; y mi existencia dejando rastro por sus calles es la certeza de que pertenezco a una sociedad que me aporta y a la que espero aportar. No obstante, mi alma no se limita a una región, ciudad, país o continente, pues ella pretende enriquecerse ahondando en cada ser vivo que protege nuestro hogar llamado Tierra.
No soy mi nombre, no soy mi físico, ni siquiera soy lo que creo ser. Ando buscando de puntillas descubrir quién verdaderamente soy, pero es que cada instante conforma un yo con sus sutilezas y complejidades.
sábado, 19 de julio de 2025
Incluso entonces
El barrio vallecano de la capital española es el patio en el que juego y curioseo desde niño: sus árboles me inyectan la sabiduría del tiempo; sus miradores, puentes y cuestas me acercan al cielo que me conecta con el universo; sus carriles bici me brindan el placer de sentirme un poco más libre; su gentío me interioriza lo maravillosa que es la diversidad; y mi existencia dejando rastro por sus calles es la certeza de que pertenezco a una sociedad que me aporta y a la que espero aportar. No obstante, mi alma no se limita a una región, ciudad, país o continente, pues ella pretende enriquecerse ahondando en cada ser vivo que protege nuestro hogar llamado Tierra.
No soy mi nombre, no soy mi físico, ni siquiera soy lo que creo ser. Ando buscando de puntillas descubrir quién verdaderamente soy, pero es que cada instante conforma un yo con sus sutilezas y complejidades.
domingo, 29 de junio de 2025
La edad de Cristo, resucitado como Cristo
Me considero agnóstico, no sé si habrá o no algo o algún tipo de ser que ponga orden al caos vital, pero sí huyo de la soberbia de negar en rotundo o confirmarlo. Lo que sí hago es vivir sintiendo, principalmente a mí mismo. Tanto es así que tengo la real capacidad de sentir partes de mi cuerpo interno, como poca gente he conocido que sepa. Y digo sepa, porque poder se puede, soy el vivo ejemplo. Vivo... Qué término tan vivo.
¿Qué médico de los 90 hubiese apostado por llegar a cumplir este cuerpo los 33? Pocos. Han sido muchas las veces que clínicamente me han dado por acabado, las mismas que no se han explicado mi recuperación. Con permiso de la edad que cumplo, confesaré que me clavaron como a Cristo, precisamente cuatro gordos tornillos en la cabeza, unidos a una especie de corona metálica, que se enganchaba a sacos de peso que tiraban de mí, con el objetivo de estirar mi columna vertebral durante todo un mes. Y fue tras ese mes, con la operación que tuvo lugar a continuación, donde siento que resucité. Tanto es así que salieron a avisar a mis familiares que estaba perdiendo mucha sangre. Tanto es así que siendo escéptico tuve una experiencia lejos de los sueños y de lo alucinógeno: pude percibir una realidad paralela en la cual no poseía cuerpo, ni siquiera ojos, pero veía desde el techo del quirófano únicamente mi propio cerebro en la mesa de operaciones.
Pero lejos de este drama puntual, también me identifico con aquel carpintero en que desde muy pequeñito me ha gustado escuchar y empatizar con los demás. En lugar de centrarme en mi sufrimiento, siempre he necesitado incontroladamente aportar a otras almas. Con el paso del tiempo, y gracias a la tecnología, eso se fue potenciando llegando a vivir el ayudar desde casa y desde mi realidad diferente a personas de otros continentes. Ese es mi regalo hoy, ese es mi verdadero motivo de llegar a estos 33 años, el pese a todo, ESTAR PARA EL MULTIVERSO.
El barrio vallecano de la capital española es el patio en el que juego y curioseo desde niño: sus árboles me inyectan la sabiduría del tiempo; sus miradores, puentes y cuestas me acercan al cielo que me conecta con el universo; sus carriles bici me brindan el placer de sentirme un poco más libre; su gentío me interioriza lo maravillosa que es la diversidad; y mi existencia dejando rastro por sus calles es la certeza de que pertenezco a una sociedad que me aporta y a la que espero aportar. No obstante, mi alma no se limita a una región, ciudad, país o continente, pues ella pretende enriquecerse ahondando en cada ser vivo que protege nuestro hogar llamado Tierra.
No soy mi nombre, no soy mi físico, ni siquiera soy lo que creo ser. Ando buscando de puntillas descubrir quién verdaderamente soy, pero es que cada instante conforma un yo con sus sutilezas y complejidades.
sábado, 21 de junio de 2025
Lugares con vida profunda
El barrio vallecano de la capital española es el patio en el que juego y curioseo desde niño: sus árboles me inyectan la sabiduría del tiempo; sus miradores, puentes y cuestas me acercan al cielo que me conecta con el universo; sus carriles bici me brindan el placer de sentirme un poco más libre; su gentío me interioriza lo maravillosa que es la diversidad; y mi existencia dejando rastro por sus calles es la certeza de que pertenezco a una sociedad que me aporta y a la que espero aportar. No obstante, mi alma no se limita a una región, ciudad, país o continente, pues ella pretende enriquecerse ahondando en cada ser vivo que protege nuestro hogar llamado Tierra.
No soy mi nombre, no soy mi físico, ni siquiera soy lo que creo ser. Ando buscando de puntillas descubrir quién verdaderamente soy, pero es que cada instante conforma un yo con sus sutilezas y complejidades.
martes, 17 de junio de 2025
Incólume
El barrio vallecano de la capital española es el patio en el que juego y curioseo desde niño: sus árboles me inyectan la sabiduría del tiempo; sus miradores, puentes y cuestas me acercan al cielo que me conecta con el universo; sus carriles bici me brindan el placer de sentirme un poco más libre; su gentío me interioriza lo maravillosa que es la diversidad; y mi existencia dejando rastro por sus calles es la certeza de que pertenezco a una sociedad que me aporta y a la que espero aportar. No obstante, mi alma no se limita a una región, ciudad, país o continente, pues ella pretende enriquecerse ahondando en cada ser vivo que protege nuestro hogar llamado Tierra.
No soy mi nombre, no soy mi físico, ni siquiera soy lo que creo ser. Ando buscando de puntillas descubrir quién verdaderamente soy, pero es que cada instante conforma un yo con sus sutilezas y complejidades.
domingo, 1 de junio de 2025
Mañana
El barrio vallecano de la capital española es el patio en el que juego y curioseo desde niño: sus árboles me inyectan la sabiduría del tiempo; sus miradores, puentes y cuestas me acercan al cielo que me conecta con el universo; sus carriles bici me brindan el placer de sentirme un poco más libre; su gentío me interioriza lo maravillosa que es la diversidad; y mi existencia dejando rastro por sus calles es la certeza de que pertenezco a una sociedad que me aporta y a la que espero aportar. No obstante, mi alma no se limita a una región, ciudad, país o continente, pues ella pretende enriquecerse ahondando en cada ser vivo que protege nuestro hogar llamado Tierra.
No soy mi nombre, no soy mi físico, ni siquiera soy lo que creo ser. Ando buscando de puntillas descubrir quién verdaderamente soy, pero es que cada instante conforma un yo con sus sutilezas y complejidades.
jueves, 29 de mayo de 2025
Lector, eres mi Sol
El barrio vallecano de la capital española es el patio en el que juego y curioseo desde niño: sus árboles me inyectan la sabiduría del tiempo; sus miradores, puentes y cuestas me acercan al cielo que me conecta con el universo; sus carriles bici me brindan el placer de sentirme un poco más libre; su gentío me interioriza lo maravillosa que es la diversidad; y mi existencia dejando rastro por sus calles es la certeza de que pertenezco a una sociedad que me aporta y a la que espero aportar. No obstante, mi alma no se limita a una región, ciudad, país o continente, pues ella pretende enriquecerse ahondando en cada ser vivo que protege nuestro hogar llamado Tierra.
No soy mi nombre, no soy mi físico, ni siquiera soy lo que creo ser. Ando buscando de puntillas descubrir quién verdaderamente soy, pero es que cada instante conforma un yo con sus sutilezas y complejidades.
lunes, 26 de mayo de 2025
Flor de la sangre, sangre en flor
El barrio vallecano de la capital española es el patio en el que juego y curioseo desde niño: sus árboles me inyectan la sabiduría del tiempo; sus miradores, puentes y cuestas me acercan al cielo que me conecta con el universo; sus carriles bici me brindan el placer de sentirme un poco más libre; su gentío me interioriza lo maravillosa que es la diversidad; y mi existencia dejando rastro por sus calles es la certeza de que pertenezco a una sociedad que me aporta y a la que espero aportar. No obstante, mi alma no se limita a una región, ciudad, país o continente, pues ella pretende enriquecerse ahondando en cada ser vivo que protege nuestro hogar llamado Tierra.
No soy mi nombre, no soy mi físico, ni siquiera soy lo que creo ser. Ando buscando de puntillas descubrir quién verdaderamente soy, pero es que cada instante conforma un yo con sus sutilezas y complejidades.
domingo, 27 de abril de 2025
Historia de amor con el amor
El barrio vallecano de la capital española es el patio en el que juego y curioseo desde niño: sus árboles me inyectan la sabiduría del tiempo; sus miradores, puentes y cuestas me acercan al cielo que me conecta con el universo; sus carriles bici me brindan el placer de sentirme un poco más libre; su gentío me interioriza lo maravillosa que es la diversidad; y mi existencia dejando rastro por sus calles es la certeza de que pertenezco a una sociedad que me aporta y a la que espero aportar. No obstante, mi alma no se limita a una región, ciudad, país o continente, pues ella pretende enriquecerse ahondando en cada ser vivo que protege nuestro hogar llamado Tierra.
No soy mi nombre, no soy mi físico, ni siquiera soy lo que creo ser. Ando buscando de puntillas descubrir quién verdaderamente soy, pero es que cada instante conforma un yo con sus sutilezas y complejidades.
martes, 15 de abril de 2025
El momento
El barrio vallecano de la capital española es el patio en el que juego y curioseo desde niño: sus árboles me inyectan la sabiduría del tiempo; sus miradores, puentes y cuestas me acercan al cielo que me conecta con el universo; sus carriles bici me brindan el placer de sentirme un poco más libre; su gentío me interioriza lo maravillosa que es la diversidad; y mi existencia dejando rastro por sus calles es la certeza de que pertenezco a una sociedad que me aporta y a la que espero aportar. No obstante, mi alma no se limita a una región, ciudad, país o continente, pues ella pretende enriquecerse ahondando en cada ser vivo que protege nuestro hogar llamado Tierra.
No soy mi nombre, no soy mi físico, ni siquiera soy lo que creo ser. Ando buscando de puntillas descubrir quién verdaderamente soy, pero es que cada instante conforma un yo con sus sutilezas y complejidades.
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