Vivido día existencial el de la inauguración de la #FLMadrid21. Allá que fui yo, bien preparado con el cartel promocional de mi firma como autor presente en el evento literario del año. Casi cumpliendo la década sin publicar un libro, querido lector, volví para mostrarte que podía volar -como diría Robin Klein- trayendo mi capa en forma de poemario, una capa que tan solo ondea con vientos subversivos para impulsarme en la trayectoria vital de las letras que, al fin y al cabo, es la proyección de mi ser más emocional, intelectual y profundo con la ingente necesidad de redescubrir los recovecos conocidos e identificar aquellos que me amplificarán como alma dentro de un mismo cuerpo.
Y allí, en el tradicional Paseo de Coches ahora denominado Paseo Fernán Núñez del capital Parque del Retiro, paseé de lo lindo, sí, tanto fue así que hubo un momento en el cual fui la velocidad de los jardines recordando la reciente lectura de Eloy Tizón mientras sonreía a los viandantes del recinto que me miraban atónitos zigzagueando entre ellos. Quizá no sea la más eficaz de las metodologías promotoras, pero es mi autenticidad puesto que así voy cuando disfruto en soledad por senderos improvisados sumido en los paisajes al compás de mis pensamientos. Y en mi esencia, se me acercaron niños curiosos, se tropezó alguna chica torpona -de mis preferidas por desbordar un mundo interno caótico de lo más interesante en ocasiones- y aproveché para soltarles mi obligado discurso para verlas en diez días listas a que les dedicase un ejemplar, me palmeó el hombro con aprobación algún que otro hombre cincuentón, sexagenario e incluso septuagenarión... Conocí, sin darme tiempo para conocer de verdad, a personas diversidad hasta el punto de que algunas andaban con tal libertad natural, esa tan necesaria y anhelada, que desde mi posición me era inevitable advertir los calzoncillos marcapaquetes o las negras bragas de encaje. ¿No te resulta sensual ir sexy a una feria cultural? Erotismo mezclado con la flexibilidad mental que concede ser un/a ávido/a lector/a sin que ello derive en que al día siguiente sea noticia por culpa de algún/a desalmado/a. Porque sin duda también di con muchas personas sexys por lo que desprendían en su conversación o en su comunicación no verbal. ¡Quién dice que en el multiverso de las páginas no quepan las virtudes interpersonales!
Eso sí, te admito una cosa, también fui mucho a mi bola. Y te contaré esta parte del día, la de cómo me dejo fluir sobre la marcha escuchando a mis prioridades internas, mediante un poema. ¿Te hace?
"Lo necesitaba"
De buen yantar con mi editor,
la confesión no se hizo esperar:
-¡ha llegado, Abel, en un rato al expositor!
No veía el momento de palpar un ejemplar.
Pero cómo será la naturaleza humana
que, a sabiendas de que ya podía olerlo,
mi mente y cuerpo reubicaron mi ansia
postergando la ilusión por natural deseo.
Alejado unos minutos de libros y gentío,
crucé el umbral a la cercanía del pavo real.
Qué sensación conectar miradas con brío
comunicándonos entre especies con equidad.
Me quedé quieto, le concedí toda libertad.
Qué hermosura cuando dibujó círculos
siendo yo su cercano epicentro,
qué hermosura siendo él quien me vino a contemplar.
Su colorido plumaje me entremezcló mis pensamientos,
y entonces marchó con su belleza y majestuosidad.
La verdad es que creo fervientemente en lo crucial que es darnos lo que el corazón, que no los impulsos, nos solicitan para recargarnos y así no dejar de disfrutarnos. Pues eso, que este momentazo de vinculación con la naturaleza, fue previo por elección al esperadísimo instante de todo autor, el de tocar y oler por fin su propia obra en formato físico. Qué decirte de las sensaciones que me arroparon esos primeros minutos de fusión entre mis manos y el pequeño hijo literario... pese a ser el segundo, la inmensa entrega de honestidad, experimentación técnica y divertimento plasmado, fueron de los tantísimos motivos para que me recorriese un cosquilleo desde la boca del estómago hasta la cabellera. Para más inri, todo ello se magnificó con la increíble sorpresa de la primera venta sin dar siquiera tiempo a poner el precio. Fue por parte de una persona que no esperaba para nada, aún no nos conocíamos en persona y ni me había avisado de que se pasaría porque ni él lo había planificado. Fue de esos maravillosos arrebatos que dan antes de entrar al trabajo. Y a mí... a mí me auguró unas vibras excelentes para el veinte.
Más o menos, a grosso modo, así fue mi andadura en la apertura de la feria. Intentando adentrarme en los sentimientos de las personas, alejado de los medios, o eso creía yo hasta que Mr. Google me avisó de que había un artículo en el cual me nombraban -qué minucioso filtrado tiene ya esta red virtual, tanto que asusta-. A seguir recaudando vivencias, gratas sorpresas derivadas de lo que nos une a ti y a mí, comunicarnos sin prejuicios a través de la palabra. Así podemos hacerlo si decides adquirir "La subversión de los vientos", o si decides regalárselo a alguien. Gracias de antemano.
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Abel Jara Romero