Interesante tarde tertuliana se dio. Me llevó al 28 de septiembre del 2017 en un instante. Y es que por aquel entonces me vi con Madrid a mis pies y lo que invadió mi mente fue: ¿merecerá la pena todo este paisaje antinatural creado por mi especie? ¿Qué podría estar viendo si no estuviesen estas azoteas, carreteras y muros?
Y es que
Andrés Ortiz Tafur
compartió sus necesidades urbanas y también las de la soledad rural. Ambos modos de vida con sus propias bellezas y ventajas, claro. Quizá por no tenerlo, siento que ha de ser la leche despertar, asomarse por la ventana y respirar un océano verde, pese a tener que soportar el estruendo de un tractor que, entre tanta calma, quizá hasta sea un regalo de compañía y estimulación auditiva.El autor confesó, por otro lado, un poco su sello como escritor y humano: 'hemos venido al mundo a gozar, a echar unos cuantos polvos'. Y entre la influencia del sexo como sendero hacia la plenitud o como medio mediante el cual pasar por la existencia, también reivindicó el potenciar la autoestima del escritor a través de la participación en concursos no amañados, por ejemplo. Hallar el equilibrio entre el realismo de un manuscrito de poca calidad y la ficción mental de una insuficiencia no probada. Tiene mucho sentido, desde luego. Al hilo de esto, se hicieron hueco los editores de esas pequeñas editoriales desconocidas a gran escala pero que, sin duda, aman realmente la literatura dando oportunidades a quienes se lo curran un poco.
Lo mismo el mundo se está yendo al garete, o igual tenemos que aceptarlo y adaptarnos. Sea como sea, cuidemos a los libros para poder probar a sorbos otros paradigmas nacidos de la diversidad creativa humana.
Feliz miércoles
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Abel Jara Romero