Acabo de despertar. Los ojos me lagrimean por la inmensa luz que entra por mi ventanal advirtiéndome de que es de día. Miro a mi lado. ¡No está! Es raro, le gusta ser lo primero que vea cada mañana. Es pronto, mi Tag Heuer Carrera Mercedes Benz SLR así lo indica. Vaya, a mi mente le ha costado recordar la fecha en la que me encuentro, es Papá Nöel. Tendré que ir sigilosamente hasta el gran árbol del salón que ella y yo decoramos decorándonos... fue un bonito instante. Allá voy...
No, no soy cuidadoso con las sábanas al levantarme ¿quién lo es? Las dejo caer a mis espaldas arrugaditas. Llevo mi pijama navideño porque anoche sí que me acordaba de que hoy sería el día del regordete con barba blanca. Ella dijo que me queda muy sexy, me quiere mucho. El pasillo es largo y estrecho con cuadros en una de las dos paredes, contienen momentos congelados muy legendarios para ambos. Hoy debe de ser el día de las rarezas, he llegado a la puerta del salón y está cerrada. Nunca lo está.
¡Ala! Ya me olía yo que el regalo de la vida que está a mi lado durante todo el año, sería la culpable de esos hechos tan poco comunes. Está sobre una manta roja brillante, ella brilla más. Obviamente, tumbada. Y sí, va a juego con dicha manta, de rojo. Exactamente, de Mamá Nöel. Una señorita Nöel muy sexy y provocativa, ¡cómo es...!
Se ha levantado corriendo. Creo que ha cogido algo antes de salir del salón, estaba dándome la vuelta cuando lo ha hecho. Directa a la habitación, fijo. Pero no me quejo, ¡que mejor regalo que tener a una Nöel juguetona en tu cama! Yo, por si fuera poco, la conservaré toda la eternidad.
La puerta de nuestra habitación se encuentra entreabierta, juraría haberla dejado abierta del todo. La abro. Ella parece haberse evaporado. Alguien me empuja, ella. He caído a la gran cama, testigo de noches irrepetibles. De mientras, ha aprovechado para cerrar la puerta. Ahora se apoya sobre ella, insinuándose con un bastón navideño de caramelo. Ahora sé lo que se llevó del salón. Tiene unos cuantos más colgados en el pomo interno de la puerta. Era predecible, su ropa interior también forma parte del disfraz.
Si quiere jugar, juguemos. Yo seré su reno mágico, la haré volar... Ha cambiado el bastón de caramelo por su favorito, el corporal. Si lo sé, madrugo más. ¡Uf! No sé si demostrar iniciativa o dejarla que siga, no deja milímetro sin recorrer. Se ha separado. Se quita el atuendo clavándome su mirada en la mía, ¡me va a atravesar!
Desnudos del todo. Jamás me cansaré de contemplar su cuerpo, no quiero ni necesito otro. Por supuesto, la actitud que forma su esencia no le hace sombra al exterior. Es una fusión casi perfecta. Para mí, perfecta. Ella es la dominanta, le encanta hacerme temblar. Esa sensación es lo que le hace convulsionar a ella. Más aún cuando percibe mi máximo placer, casi siempre lo logra. Su cuerpo danzando sobre mi bastón activo gracias a la roja sangre navideña que lo mantiene erecto, es un deleite para los ojos. Me podría pasar la vida entera así, no por puro placer sexual, sino por todos los sentimientos y sensaciones que nos mostramos el uno al otro en esta situación. Es tan sincero lo que sentimos los dos que el placer se incrementa por segundos.
"Ahora llega tu regalo de Mamá Nöel", escucho en un susurro que me deja atónito. ¿Acaso no me lo estaba dando ya? Entonces, noto como mi bastón es cubierto de una sustancia extraña, líquida y pegajosa. "Tus deseos, los cumple tu Nöel, te lo mereces. He traído desde la fábrica del generoso esta mágica crema que nos mantendrá enérgicos veinticuatro horas. No será toda la vida como deseas pero será más de lo que siempre creímos poder. Soy toda tuya un día entero, ¡aprovechemos!".
Abel Jara Romero.
No sé que decirte de este. Escribes muy bien, te lo he dicho siempre.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Siempre tan positiva conmigo, muchísimas gracias Ani.
EliminarUn abrazo,
Abel Jara Romero