El mar, el océano, esa gran masa de agua, la gran tranquilidad de muchos y el gran miedo de otros... Hay muchas maneras para referirse a esa cantidad de agua que no alcanzamos a ver en su totalidad cuando estamos cerca de ella.
Yo llevo unos cuantos años sin percibir ese olor a fragancia única e inconfundible, sin sentir ese pegajoso tacto de esa estupenda brisa, sin ver esas olas que vienen y van como si de la mayor fuerza del mundo se tratara, sin oír ese sonido hermoso y que tanta paz me transmite, sin saborear esa sensación de libertad que tanto necesito...
Yo, como siempre, me quedo con lo bueno. Esa tranquilidad, esa paz, ese bienestar, esa armonía, esa belleza que tiene cuando se empareja con el deslumbrante sol... Por eso, estoy deseando poder ir dentro de pocos años, ojalá el que viene... Pero soy paciente, sé que la mar está ahí, es algo inamovible. Sé que es fiel y estará siempre esperándome e incluso puede que algún día sea ella, la mar, la que venga hacia mí. Espero que no, espero que sea ella la que me espere y yo el que vaya hacia ella porque de lo contrario tendrá que romper muchos corazones para llegar al lugar donde me encuentro.
Hoooola Abel, qué tal estás? La verdad que sí hacía tiempo que no me pasaba por tu blog^^
ResponderEliminarEsta entrada me gusta bastante, pero la verdad es la primera que leo desde hace tiempo (ahora seguiré leyendo:3). La verdad, me has dejado con muchas ganas de ir a la playa, lo has descrito de una manera que casi me hace añorarla cuando normalmente me es indiferente.
Enhorabuena^^
Y por cierto, es que vives tan lejos del mar? En todo caso espero que puedas pegarte un buen baño pronto:)
Un beso, Lucía(:
El mar tiene un encanto particular y se lo puede disfrutar de muchas manera. Interesante reflexión. Abrazos.
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