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lunes, 21 de febrero de 2011

Mi historia y cada día la de más gente

¿Por qué he llamado así a este texto de mi árbol genealógico? Porque si siguiese cada día buscando información sobre mis ancestros, seguro que poco a poco iría recopilando aún más información… Seguramente, obtendría mucha de cada uno de mis antepasados. De momento, mis fuentes han alcanzado hasta obtener un total de nueve tatarabuelos con sus respectivos hijos (mis bisabuelos), a su vez los hijos de éstos (mis abuelos), éstos dieron vida a mis padres y mis padres son la razón de que yo haya escrito esto, pero también todos los anteriores, incluso los que desconozco.

Antes de empezar a centrarme en la historia de uno de mis antepasados, quisiera enunciar una serie de coincidencias y cosas curiosas que, por cosas de la vida, se han dado y he observado en mi línea sanguínea. Por una parte, me parece curioso que los padres de mi bisabuela por parte de abuelo por parte de padre, se llamasen JUSTO y JUSTA. Esto me hace imaginar que tuvieron situaciones y cosas graciosas entre ellos que, posiblemente, solo ellos sabrán y se habrán llevado a la tumba. Por otra parte, me ha parecido bastante curioso que la vida haya unido a dos personas con apellidos iguales en sus padres, lo que me hace pensar que en algún momento de la historia, no tan lejano, hayan sido parientes. Estoy hablando de mis abuelos por parte de madre. Mi abuelo se llama Francisco ROMERO Núñez y mi abuela, su mujer, Antonia Duarte Pacheco. Pues bien, el padre de ésta, casualmente, se llama Juan Duarte ROMERO. Me han parecido interesantes estas observaciones y las he querido compartir con vosotros.

Pero vayamos a la miga del pan, a lo verdaderamente importante. He escogido a mi bisabuelo, JUAN DUARTE ROMERO, para centrarme en esta caso porque es el bisabuelo del que más información he recopilado. Nació el 7 de enero de 1898 en un precioso pueblo de Málaga, Algatocín. En aquel tiempo se desarrolló el desastre del 98, en el que se enfrentaron España y EE.UU., y el que supuso la independencia de Cuba y la pérdida de colonias americanas y asiáticas para España. Mi bisabuelo, Juan, fue un buen hombre que cuidó de su padre, LUIS DUARTE, motivo por el cual estoy seguro de que éste durara un siglo estando en las mejores condiciones posibles con los pocos recursos que había. Luis le transmitió a Juan muy buenos valores como el de ser solidario, ya que, Luis siempre ofrecía comida a todo el mundo. Juan se casó con una mujer a la que estoy seguro que cuidaría muy bien, INÉS PACHECO MORALES. Ambos pasaron por situaciones muy complicadas debido a cómo se encontraba la sociedad por aquellos tiempos. Y es que, Juan tuvo que intentar consolar y cuidar más que nunca a su mujer cuando ésta perdió a su padre y a un hermano al mismo tiempo. La causa de ambas muertes estuvo provocada por la envidia, ese sentimiento tan malo del ser humano y que tanto abunda. Tanto el padre como el hermano de la mujer de mi bisabuelo murieron a tiros por poseer tierras. En aquel momento de la historia, poseer tierras era símbolo de riqueza y mi tatarabuelo Mateo tuvo suerte de poseer varias, entre ellas un molino que dejó a mis bisabuelos y éstos a mi abuela y a sus hermanos. Un día como otro cualquiera, Mateo y su hijo que eran inseparables, caminaban por Algatocín cuando fueron tiroteados. Esto, como es lógico, le causó mucho sufrimiento a la mujer de mi bisabuelo Juan, quién intentó aminorar ese sufrimiento estando al lado de su mujer siempre.

Pero es que, aparte de ser una grandísima persona, fue un excelente trabajador. Siempre trabajaba de algo para sacar adelante a su familia, pero sus trabajos más destacados fueron los de carpintería y albañilería. También trabajaba mucho en su hogar como agricultor en el molino. Mi abuela me ha contado el procedimiento de cómo manipulaba las aceitunas: primero utilizaba las varetas de los olivos para hacer la parte de debajo de los canastos con los que transportaba las aceitunas. Molía las aceitunas y caían a la llamada zanja. Una vez molidas, las metía en macetas llamadas “ceretes” donde las prensaban. Finalmente, caían en los pozos de aceite y se le iba echando agua hirviendo por un lado y aceite por otro. También poseía un lagar para hacer vino y aguardiente. Recogía de todo un poco de sus tierras: naranjas, limones, manzanas, nueces, almendras, castañas, tomates, pimientos, lechugas, judías y acelgas, dependiendo de las temporadas.   

Juan, aunque fue una buena persona, pronto pasó por otro momento difícil, la muerte de su esposa Inés, mi bisabuela. Murió con tan sólo 44 años, en 1946, por causa de una enfermedad dejando a su marido y a sus cuatro hijos. Sucedió durante la época de Franco. Para Juan, fue uno de los peores momentos de su vida, por no decir el peor. Desde aquello ya nada era igual, no se encontraba con las fuerzas de siempre y, a los 53 años en 1951, una enfermedad le mató. Aunque lo desconozco, creo que no lucharía mucho por superar esa enfermedad para no tener que seguir soportando el dolor de la pérdida de su mujer. En este año se produce un boicot en Barcelona por la subida exagerada del billete del tranvía. La mayor parte de la población se niega a montar en el tranvía obligando a la bajada del precio que finalmente se consiguió.

Es así, como doy fin a la historia de mi bisabuelo Juan, un gran hombre del que me queda su sangre recorriendo mis venas, un orgullo sabiendo que posiblemente me haya transmitido esa fuerza interior y esa cosa de saber cuidar a los míos. 

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Abel Jara Romero

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