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lunes, 29 de agosto de 2011
Incompletamente infeliz
Publicado por
Abel Jara Romero
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0:36
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Reflexiones
El barrio vallecano de la capital española es el patio en el que juego y curioseo desde niño: sus árboles me inyectan la sabiduría del tiempo; sus miradores, puentes y cuestas me acercan al cielo que me conecta con el universo; sus carriles bici me brindan el placer de sentirme un poco más libre; su gentío me interioriza lo maravillosa que es la diversidad; y mi existencia dejando rastro por sus calles es la certeza de que pertenezco a una sociedad que me aporta y a la que espero aportar. No obstante, mi alma no se limita a una región, ciudad, país o continente, pues ella pretende enriquecerse ahondando en cada ser vivo que protege nuestro hogar llamado Tierra.
No soy mi nombre, no soy mi físico, ni siquiera soy lo que creo ser. Ando buscando de puntillas descubrir quién verdaderamente soy, pero es que cada instante conforma un yo con sus sutilezas y complejidades.
lunes, 15 de agosto de 2011
Palabras
Las palabras son ese conjunto de letras que en unión pueden dar unas maravillosas frases. Gracias a ellas, hago algo que me gusta y por ello tengo al menos una ilusión, la ilusión de escribir siempre.
Las palabras son las más fieles de mi vida y es por eso que intento cultivarlas cada día y aprender nuevas para tener un vocabulario extenso.
Las palabras son las más fieles de mi vida y es por eso que intento cultivarlas cada día y aprender nuevas para tener un vocabulario extenso.
Publicado por
Abel Jara Romero
en
20:25
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Reflexiones
El barrio vallecano de la capital española es el patio en el que juego y curioseo desde niño: sus árboles me inyectan la sabiduría del tiempo; sus miradores, puentes y cuestas me acercan al cielo que me conecta con el universo; sus carriles bici me brindan el placer de sentirme un poco más libre; su gentío me interioriza lo maravillosa que es la diversidad; y mi existencia dejando rastro por sus calles es la certeza de que pertenezco a una sociedad que me aporta y a la que espero aportar. No obstante, mi alma no se limita a una región, ciudad, país o continente, pues ella pretende enriquecerse ahondando en cada ser vivo que protege nuestro hogar llamado Tierra.
No soy mi nombre, no soy mi físico, ni siquiera soy lo que creo ser. Ando buscando de puntillas descubrir quién verdaderamente soy, pero es que cada instante conforma un yo con sus sutilezas y complejidades.
viernes, 12 de agosto de 2011
La pérdida (III)
Esta es la tercera entrada respecto al gran dolor de perder a un ser querido, a mi abuelo.
Pero no me rindo, cada vez que voy a cruzar una esquina o que voy a entrar en un lugar deseo con todas mis fuerzas que al pasar esa esquina o al entrar en ese lugar, él esté ahí, porque le siento y seguiré encerrado en ese sueño con el que tanto necesito vivir.
Cuando mi abuelo estaba aún en vida, cada vez que él ingresaba yo por una razón u otra también padecía alguna alteración en mi organismo, o viceversa. El caso, es que en diversas ocasiones coincidíamos en el hospital.
Pero es que, las casualidades no finalizarían ahí. Después de pasar la noche y parte del día en urgencias en estado de observación, decidieron subirme por fin a planta y es en ese momento cuando se produce la siguiente casualidad. Me adjudicaron una habitación en la misma planta donde pasó mi abuelo sus últimos minutos, sus últimos segundos, sus últimos suspiros... Y precisamente en el pasillo de enfrente. Así que, este ingreso ha hecho que recuerde mucho a mi gran abuelo.
Como podréis imaginar, sigo en mal estado pero en mi casa y aunque me ha costado muchísimo realizar esta entrada, sentía que se lo debía a mi abuelo pero también a mí mismo.
Publicado por
Abel Jara Romero
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19:27
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Dedicados,
Especiales,
Tsunamis catastróficos
El barrio vallecano de la capital española es el patio en el que juego y curioseo desde niño: sus árboles me inyectan la sabiduría del tiempo; sus miradores, puentes y cuestas me acercan al cielo que me conecta con el universo; sus carriles bici me brindan el placer de sentirme un poco más libre; su gentío me interioriza lo maravillosa que es la diversidad; y mi existencia dejando rastro por sus calles es la certeza de que pertenezco a una sociedad que me aporta y a la que espero aportar. No obstante, mi alma no se limita a una región, ciudad, país o continente, pues ella pretende enriquecerse ahondando en cada ser vivo que protege nuestro hogar llamado Tierra.
No soy mi nombre, no soy mi físico, ni siquiera soy lo que creo ser. Ando buscando de puntillas descubrir quién verdaderamente soy, pero es que cada instante conforma un yo con sus sutilezas y complejidades.
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