Huelo el aceite quemado fundiéndose con la cena y adivino de inmediato de lo que se trata, una comida típica de la dieta mediterránea en los hogares y casa más mundanas. Vivo con intensidad este preciso instante; es un privilegio oler, salivar y degustar disfrutando tan solo con el placer del sentido olfativo. Me abstraigo de las imágenes tras cerrar los ojos flotando en tal experiencia, la ausencia de visión incrementa de los olores sutilezas. El oído me transporta al burbujeo de la salsa que en el fuego canturrea, sinfonía perfecta acompañando a la nasal certeza. Inmerso en la sublime cata de partículas en el aire, toda sensación de texturas desaparece de mi mente. Sin embargo, en la vida plenitud total pocas veces se adquiere y el oído aferrado al olfato interfiere.
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martes, 19 de febrero de 2019
Aspirar
Publicado por
Abel Jara Romero
en
23:29


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Etiquetas:
Abel Jara Romero,
Arte,
Creatividad,
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