Los labios, húmedos y cálidos, acariciaban los de su
compañero de pasiones. Ella pretendía complacerle como ninguna lo había
conseguido, quería superar cualquier expectativa. Estaba dispuesta a lo que él
le pidiese. Quería exteriorizar toda la sensualidad que una mujer como ella,
morena y con hermosura suprema, poseía. Las caricias comenzaban a bailar entre
ambos cuerpos, era un combate con final feliz.
Era tal el goce que, en ocasiones, unas sonrisas
complacientes encendían las luces del universo. Eso provocaba aún más
excitación entre ellos. Era curioso, pues cuanta más iluminación gastaban más
energía adquirían.
Eran como plena agua en proceso de evaporación, y no
por el manifiesto de sudoración, que también, sino porque el uno transformaba
al otro en seres divinos consecuentes del placer. Cualquier poder mágico o
paranormal era un nada en comparación con la fuerza y lo extrauniversal que
ellos creaban.
Abel Jara Romero.
Sigo viendo por ahí algún mejorable y sin comentarios ¬¬
ResponderEliminarLa pasión entre dos personas es algo increíble, el problema radica en cuando esa pasión se esfuma sin un ápice de tiempo. Eso, para mí, es lo peor...
¿Tú qué crees? Contéstame por tuenti, que te deje un mensaje ;)
Un besazo.
Serela