
Puerta dieciocho del portal cinco. De ahí acabo de salir, de la casa de una acosadora. No ha parado hasta que lo ha conseguido. Por fin me ha enredado entre sus sábanas haciendo que la poseyera cual demonio se adentra en su víctima. Estoy cansado. Tanto que, por unos minutos, he dejado reposar mi cuerpo sobre la puerta del portal apoyando mi espalda contra ella.
A mi derecha, girando levemente mi cabeza, veo el buen bar de su barrio. Justo debajo de su casa. Aprovecharé para tomarme algo y reponerme de la sesión de sexo salvaje de hoy. Celebremos este polvo con un Martini Rosato, mi preferido. Solo, con hielo.
Mientras el camarero se decide a ponerme la dosis de alcohol que se le ha encaprichado a mi boca, voy a remojarme un poco la cara en el servicio del local. ¿Agua caliente o fría? Va, fría, que aún persiste parte del calentón. Es acordarme y mi hombría se anima. Que poder tienen algunas mujeres cuando se proponen un objetivo. No la habré rechazado veces por no llamarme especialmente nada de ella pero, nada, al final me consiguió traer a su casa. Soy débil.
El agua cae a presión tras abrir el grifo. Me agacho para abundar de agua mi cara. Mientras tengo los ojos cerrados por estar refrescándome, escucho la puerta del baño cerrarse. Vaya, con lo tranquilito que estaba yo aquí solo. Espero que no sea ningún pesado con ganas de conversar. ¡Uf! Un escalofrío me ha recorrido el cuerpo. Me río. Normal, del calentón al refresque... ¿Y ahora, qué pasa? Estos cabrones con tanto lujo y mejor bar del barrio pero no pagan la luz. Vaya, no se puede tener ni un momento de recuperación en el baño. Hago un comentario en alto con intención de que el que haya entrado me conteste. Será antipático, no se le oye ni respirar. Voy a ver si están haciendo algo para que vuelva la luz. ¡Venga ya! Me he quedado encerrado en el baño. Debe estar la puerta atascada. No creo que hayan cerrado con llave estando el tipo mudo y yo dentro. Por cierto, le pido ayuda para ver si entre ambos salimos de aquí antes de ponerme a vociferar para que venga alguien.
Empiezo a tensarme. Acabo de comprobar si el chico que ha entrado estaba bien y no hay nadie. Corro hacia la puerta atascada, veo como una especie de humo azul verdoso sale del fondo del baño como si surgiese del techo y se dirige hacia mí. ¿Qué cojones está pasando? Me fijo bien en los bordes de la puerta y fuera de estas cuatro paredes con retretes parece haber luz. El humo está frenando cerca de mí. Espera, ¡está desarrollando forma! Es la silueta de una mujer. Impactado, mi cerebro se queda bloqueado. Sólo observo, asustado. El humo ha formado tales detalles como los labios, los pezones de los senos e incluso el ombligo. No entiendo nada, ¿qué truco es este? La mujer humo o el humo mujer sigue formándose.
Esto es demasiado, cruza cualquier línea de la lógica. Me está tocando, la siento. Pero si es sólo humo, apenas he movido un brazo instintivamente y se ha deshecho para, posteriormente, formarse de nuevo. La ha tomado conmigo, sigue tocándome. Baja, lentamente, es una mujer humo muy provocativa. Me sorprende, ha sido capaz de desnudarme de cintura para abajo no teniendo apenas masa. La observo, parece que cuanto más la dejo hacer lo que le plazca más se forma, más se solidifica. Sigo preguntándome qué broma es esta y dónde está el truco, en este bar debe haber un mago estupendo y me ha debido escoger como espectáculo, sí, tiene que ser eso. ¡Oh, dios! Mi pene es rodeado por una de sus manos y lo apunta a su vientre hasta chocar contra él. Es suave, mucho más que la más fina de las sábanas pero lo noto. Su vagina está a escasos centímetros de mi miembro que permanece en movimiento contra su parte baja de la tripa. ¡Ostras! Ahora la toca, sin introducir pero la siente. Aún no se ha formado del todo, intuyo.
La mujer humo vuelve a moverse, se desvanece un poco por el movimiento. Se ha sentado en el suelo. Sonríe. Ahora juguetea con sus pies en mi erección. ¡Vaya día! Prueba primero con un pie, separando su dedo pulgar del resto, para ver si el hueco obtenido es suficiente para manejar lo que ahora es su juguete. No se conforma, utiliza ahora ambos pies. Me estimula. Cuanto más me excita, más masa corporal adquiere. Es extraño, mucho, pero quiero llegar al final de esto.
Vuelve a darme presión con una mano, alejando el juego de sus pies. Utiliza mi miembro como si fuese la mano de una persona acariciándole la cara. Finalmente, me adentro en su gélido aliento. Me chupa, rápido. Comienzan a aparecer sus facciones únicas de un rostro. Me suena, me asusta. ¡No puede ser! Es la obsesionada que acabo de tirarme en su casa.
El susto me hace perder toda excitación, me alarmo mucho. Grito, golpeo la puerta. Vuelve a desvanecerse, enfadada. La luz se enciende, si lo llego a saber me revelo antes. El humo sube hasta el techo, lo atraviesa. La puerta se desencaja.