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martes, 19 de febrero de 2013

Microrrelatos Diversos I

Él se propuso ir a un banco, necesitaba sacar dinero y debido a una de sus tantas manías, siempre iba a que se lo entregaran en mano. Por la mañana, siempre a la misma hora, entraba en la sucursal más cercana a su casa. Sabía que le quedaba poco saldo en su cuenta antes de que le ingresaran de nuevo a principios del próximo mes, pero para eso le quedaban aún quince días. Le producía tristeza el saber que la cantidad que hoy iba a retirar era lo último que poseía. Pero no le quedaba más remedio, su hijo necesitaba un tratamiento urgentemente y ese dinero era su única opción.
Había dos personas por delante de él y, entre otra de sus manías, se encontraba la de estar perfectamente alineado con el que tenía delante. A la sorpresa de todos los allí presentes, entraron dos tipos enmallados de una forma muy agresiva. Uno de ellos, sostenía en su espalda una mochila negra destinada a guardar todo lo que pudiesen adquirir que tuviese valor.
Nuestro protagonista, aspirante a periodista y trabajador momentáneo de un supermercado, visualizó un detalle en uno de los atracadores: un tatuaje de un tigre en el brazo derecho. Pero, rápidamente e inconscientemente, sus ojos se dirigieron por instinto al otro atracador que, en su afán de conseguir su botín, sacó una pistola y ordenó tanto a los banqueros como a los clientes que introdujesen todo lo de valor en aquella mochila negra.
Entre tanto, la policía no tardó en llegar y acordonar la zona. Pronto se pusieron en contacto con los delincuentes intentando hacer un trato. La policía usaba al mejor negociador que tenían en el equipo y, muy a su pesar, éste tuvo que ceder en prometer a los atracadores un autobús en la puerta. Además, en el asiento del conductor, habría dos billetes para viajar a Quebec, Canadá. Desde allí, los atracadores tenían planeado emprender hacia Otawa -capital de Canadá- para empezar una nueva vida.
Pero las cosas no salieron del todo bien y, tras un malentendido de nuestro protagonista con uno de los atracadores, un disparo se oyó en aquella sucursal...
Finalmente, el sueño de ambos atracadores se vio desecho. Ambos acabaron entre rejas pero, el peor parado fue nuestro héroe, el hombre que luchó para que no le quitaran lo que salvaría a su hijo: el único dinero que tenia en su cuenta que le obligaron a sacar en el acto para después matarle por meterse una mano al bolsillo interior de su chaqueta. Lo que quería sacar era la foto de su hijo para verle porque sentía que le había fallado.

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Abel Jara Romero

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